Opinión

México y China, caminos divergentes

Roberto Garza DETONA: Por qué China, comúnmente llamada “la fábrica del mundo”, a diferencia de México, logró pasar de ser un país manufacturero a un gigante en el desarrollo y tecnología.

Ante las múltiples amenazas de aplicar aranceles a los productos mexicanos exportados a los Estados Unidos, con el fin de orillar a las empresas a regresar su manufactura a los Estados Unidos, nos preguntamos: ¿Cómo nos convertimos en un país tan dependiente de los EUA, al destinarles cerca del 80% de nuestras exportaciones?

Antes, habría que entender que México comenzó a transformarse en un país manufacturero después de la Revolución Mexicana y durante las décadas de 1940 y 1950, cuando implementó políticas de industrialización importantes, que serían intensificadas durante los años ochenta por la apertura comercial y cercanía con los Estados Unidos.

Sin embargo, sería a partir del Tratado de Libre Comercio (TLCAN), firmado en 1994, que el sector manufacturero se fortalecería y consolidaría, al integrarse el país a las cadenas de suministro globales.

Hoy por hoy, México se ha convertido en el país con mayor capacidad manufacturera de América, solo después de los Estados Unidos, que también es el de mayor consumo en el mundo.

¿Pero por qué China, logró pasar de ser un país manufacturero a un gigante en desarrollo y tecnología, mientras que México no lo pudo hacer?

Sencillamente, porque México no invirtió lo suficiente en educación, investigación y desarrollo, conformándose con seguir dependiendo de la manufactura tradicional; mientras que China en un inicio, aprendía de lo que manufacturaba y sacaba sus “copias”, para después desarrollar sus propias marcas a menor costo.

Digamos que en México nos conformamos con solo fabricar y nunca crecer más allá de eso.

De manera más clara, lo que hizo China y no hizo México (al menos no de manera sustancial) fue invertir en investigación y desarrollo, al igual que aumentar significativamente su inversión en educación, formando una gran cantidad de ingenieros y científicos.

También implementó políticas y estrategias a largo plazo que buscaban transformar al país en un líder tecnológico, a través de créditos, subsidios e incentivos a fabricantes.

Adicionalmente, desarrolló modelos colaborativos que favorecieron las relaciones entre empresas, centros de investigación y universidades, al igual que se diversificó hacia sectores como el de tecnología de la información, biotecnología, inteligencia artificial y energías renovables.

Por último y muy importante, se focalizó en su mercado interno, lo que permitió a las empresas tecnológicas escalar rápidamente sus productos y servicios, creando una base sólida de innovación y crecimiento, que ahora podía ser también exportada para llegar a otros grandes mercados.

Por lo anterior, quizá no sea del todo malo lo que nos está sucediendo con nuestro principal socio comercial, ya que nos está dando la oportunidad de pensar e implementar políticas que fomenten la educación, innovación e inversión en investigación y desarrollo, al igual que de ahora sí focalizarnos en fortalecer a nuestro mercado interno.