Putrefacción en Morelos
A menos de un mes y medio de haber asumido como presidentes municipales de Cuautla y Atlatlahucan, Jesús Corona Damián y Agustín Toledano Amaro aparecieron en un video de 40 segundos hablando con Júpiter Araujo Bernard, apodado El Barbas, uno de los líderes criminales en Morelos.
No se sabe la fecha exacta de esa reunión, ni dónde fue.
Los acompañaban Samuel Márquez, secretario del Ayuntamiento de Cuautla; Jorge Bazán, director de Mercados Municipales, y Jorge Reyes, líder de los comerciantes cuautlenses, alrededor de una mesa de metal donde sólo había bebidas sin alcohol.
No tiene audio, pero por el lenguaje de los cuerpos estaban relajados.
El video que circuló a nivel nacional en las redes sociales hizo voltear a muchos sobre lo que ha estado sucediendo en Morelos desde hace unos 15 años y que se profundizó en cuanto a putrefacción y colusión institucional durante el reciente gobierno de Cuauhtémoc Blanco, actualmente diputado federal de Morena.
La Fiscalía Especializada en materia de Delincuencia Organizada atrajo el caso por las armas de uso exclusivo del Ejército que se ven en el video y abrió una investigación sobre presuntos nexos con criminales.
Morelos no ha estado bajo el escrutinio público por razones inexplicables, pese a que desde principios de 2022 El Sol de México publicó una fotografía de Blanco con los líderes de Guerreros Unidos y el jefe de plaza del Cártel Jalisco Nueva Generación, tomada en la iglesia de Yautepec el 12 de diciembre de 2018.
Tan cerca de la Ciudad de México que le regala entre 300 mil y 500 mil visitantes cada fin de semana, y tan lejos de todo.
Las historias de violencia fueron creciendo en los últimos meses, con robos y secuestros en la autopista y asaltos a restaurantes en las zonas de descanso preferidas por los capitalinos, pero hasta ahora, paradójicamente gracias al video, las cosas podrían comenzar a cambiar.
El estado es un microcosmos de lo que sucede en otras regiones del país, donde las redes criminales y la política son uno mismo.
Dieciocho de los 36 alcaldes, además de algunos diputados y exlegisladores, están presuntamente vinculados con el crimen organizado.
Operan 14 grupos criminales en la entidad, reveló el secretario de Seguridad Pública, Miguel Ángel Urrutia, durante una entrevista en el programa Con los de Casa, del periódico El Universal, donde describió el desastre en toda la infraestructura de seguridad y el abandono que encontró el nuevo gobierno de Margarita González.
Urrutia sólo pintó un panorama general, sin entrar en detalles de la tragedia que vive Morelos y la forma como las diferentes organizaciones criminales, algunas conectadas o filiales de los grandes cárteles mexicanos –tres de los que operan en el estado fueron declarados “terroristas” este miércoles por el gobierno de Estados Unidos–, controlan con plata o plomo algunas regiones del país, o donde se encuentran enfrentadas por la supremacía.
Desde hace casi una década, El Barbas es el jefe de toda la zona que se conoce como “los volcanes”, en las faldas del Popocatépetl, a unos 100 kilómetros de la Ciudad de México, que, además de incluir en su territorio de control los municipios de Cuautla y Atlatlahucan, abarca también a Ciudad Ayala, Tecapixtla y Ocuituco.
El exalcalde de este último municipio, Hugo Bobadilla, que sufrió un atentado en 2022, es esposo de la diputada federal Tania Valentina Rodríguez, ambos del PT, que denunció que hay una persecución contra su familia por parte de la gobernadora González.
Los dos, quizás no coincidentemente, tienen una estrecha relación con Uriel Carmona, de quien pidió González recientemente su destitución.
El Barbas encabeza la célula criminal que depende de la facción de La Mayiza del Cártel de Sinaloa, encabezada por el hijo de Ismael El Mayo Zambada, y que está ganando la guerra dentro de la principal organización criminal en el continente a Los Chapitos, encabezada por Iván Archivaldo y Alfredo Guzmán Salazar, hijos de Joaquín El Chapo Guzmán, que se está enfrentando con los remanentes de Guerreros Unidos, quienes cometieron el crimen contra los normalistas de Ayotzinapa en 2014, y con el Comando Tlahuica, una organización, que, de acuerdo con documentos de la Secretaría de la Defensa, estaba directamente relacionada con el exgobernador Blanco.
Todavía más cerca de la Ciudad de México, a 60 kilómetros, comienza el corredor criminal Huitzilac-Cuernavaca, que también se conoce como “la zona norte” del estado.
En esa región operan Los Mayas, que también se denominan Los de siempre, que durante mucho tiempo han utilizado las zonas bajas de la serranía, a unos dos kilómetros de la autopista, como santuarios para secuestros exprés, como sucedió en noviembre, cuando privaron de su libertad a una famosa chef, Zahie Téllez, y a su esposo, que se detuvieron unos momentos en la carretera.
Los Mayas, durante mucho tiempo dueños de la zona, están enfrentados con La Familia Michoacana, en su vertiente guerrerense, con quien también están luchando por el control de Jiutepec, un municipio al sur de Cuernavaca, donde Los Mayas también tienen un frente abierto con otra banda criminal llamada Los Linos, que están asociados con el cártel Unión Tepito de la Ciudad de México, que tiene el control en el llamado “corredor industrial” entre Jiutepec y Yautepec, que colinda con Cuautla y Tlayacapan.
En el sur del estado, en los linderos con Guerrero, hay una lucha entre Fuerza Morelense y La Familia Michoacana.
Fuerza Morelense, formada con restos de lo que quedó de la banda criminal de Los Rojos, está vinculada con el Cártel de la Sierra, también conocida como Los Tlacos, cuyo jefe es Onésimo El Necho Merquina, que es una fuerza criminal en la Tierra Caliente de Guerrero, Chilpancingo y vinculada con funcionarios del gobierno de Evelyn Salgado.
En esa región, como en Morelos, su principal adversario es La Familia Michoacana.
El mapa criminal de Morelos no ha cambiado mucho en los últimos años, pero ninguna autoridad municipal, estatal o federal había actuado seriamente para desmantelarlos.
Incluso, como reveló Urrutia, en toda una década no se giró ninguna orden de aprehensión contra ninguno de sus líderes.