Trump y la destrucción de una nación
Los ciudadanos norteamericanos decidieron votar por segunda ocasión por un déspota peligroso que está destruyendo la confianza en Estados Unidos y acabando con un modelo de civilización democrática que ha regido al mundo por más de 80 años.
A menos de 100 días de que Trump haya iniciado su segundo mandato, Estados Unidos ha sido escenario de algo inédito: millones de ciudadanos se vieron obligados a salir a las calles –en cada uno de los 50 estados de la Unión Americana– para exigirle al Presidente, por el que votaron, que deje de destruir los cimientos de su país.
En esas mil 400 manifestaciones que llenaron plazas, avenidas y parques se decía:
“¡Manos fuera de nuestras instituciones, de nuestra democracia, de nuestra Constitución, de nuestro modo de vida”.
Y hubo un alarido: “¡No votamos por eso!”
- ¿Por qué, entonces, los norteamericanos votaron por él?
- ¿Por qué volvieron a llevar al poder a un personaje que demostró, desde el asalto al Capitolio en 2021, lo que sentía por las leyes?
Trump no era, como gobernante, un desconocido para el elector norteamericano.
Desde su primer mandato le dijo al mundo y a su país que era un racista consumado, un Outsider al que la estorban las reglas, un egocéntrico sin ataduras dispuesto a hacer estallar al mundo para ponerlo a sus pies.
Los norteamericanos, sin embargo, votaron dos veces por él y en la segunda ocasión no solo le dieron la Presidencia del país más poderoso del mundo sino también la mayoría en el Congreso.
Empoderaron a un hombre que ha declarado la guerra comercial al mundo, que ha roto las reglas de la convivencia mundial y que no escucha a nadie.
Quienes hacemos periodismo nos hemos concentrado en analizar la conducta política de un Trump, de un López Obrador o de un Maduro para tratar de entender y explicar lo que ocurre, pero ha llegado la hora de mirar la película desde las butacas.
No son solo los líderes mesiánicos y destructivos a los que hay que analizar.
Ellos no son los únicos culpables.
También hay un electorado que decide encumbrar dictadores y que después de llevarlos al poder los tolera, justifica y defiende.
No es posible entender la existencia de un Trump, de un AMLO, un Hitler o un Mussolini si no se analiza a los pueblos que los convirtieron en los que son.
Hay un “analfabetismo político” con mezcla de indiferencia e ingenuidad del que se aprovechan los tiranos para hacer lo que quieren.
Muchos mexicanos se preguntan hoy si deben votar o no en la elección judicial del 1 de junio.
Conocidos críticos de la 4T han declarado que irán a las urnas para impedir que Morena se lleve todo y termine apropiándose del Poder Judicial.
Morena y la 4T ya se apoderaron de las urnas desde que inventaron la Reforma al Poder Judicial. Fue pensada para destruir los cimientos de la democracia. Quienes voten el 1 de junio, votaran –sin saberlo– por consolidar y dar vida eterna al régimen. El voto de los ingenuos no contará, pero ayudarán con su presencia a legitimar la mentira.
“Trump es un López Obrador, pero en inglés”.
Mexicanos y norteamericanos votaron por populistas demenciados.
Los estadounidenses parecen estar despertando del letargo.
No así los mexicanos.
Aquí hay quienes prefieren continuar engañados y seguir votando por la destrucción, aunque luego digan: