Ayer fuimos a Lampa City. Lampazos, le dice la raza
Ciudad por decreto, emitido el 28 de diciembre de 1977, ombligo del mundo colonial en el Noreste de la Nueva España de 1698 a 1824.
Cuna de grandes hombres, vivimos ahí de junio del 2020 a noviembre del 2022, en que una serie de enfermedades y el trabajo de la investigación clínica nos obligaron a regresar.
Ayer fuimos a pagar la renta; aún guardamos un rinconcito donde refugiarnos en caso de catástrofe, no nos vaya a caer un aerolito en la ciudad de Monterrey o tornado como a Máynez) y tengamos que correrle.
Bueno pues, ¿cómo vincular las verdades mencionadas en mi artículo previo con la salud?
¿Cómo apoyar y orientar a las personas en relación con su salud?
Ya las definiciones de salud alcanzan proporciones universales y el humilde, vulnerable e ignorante ser humano queda bajo la amenaza de ser muy lesionado cuando se acoge (sin albur) a la falta de verdad, la pseudoverdad, la verdad oculta o la franca y descarnada mentira.
Pongo de ejemplo a los miles de seres humanos atrapados por el vicio de las drogas o de los juegos de azar, así como los afectados por los incendios en el condado de Los Ángeles, donde parece que ya se convirtió en su deporte favorito, porque cada año y varias veces por año, sufren de lo mismo.
De regreso de Lampazos nos paramos a comer en Bustamante, mi Rosita me invitó.
Ya iban a cerrar, sin embargo el dueño nos ofreció como siempre su cálido y acogedor (otra vez, sin albur) y de muy alta calidad por cierto, servicio.
Regresándonos el alma al cuerpo mediante unos suculentos chiles rellenos de carne, frijolitos refritos, arrocito como de boda, ensalada, cafecito riquísimo y un postrecito de Cardinali, típico de Bustamante.
El dueño de restaurant, jubilado del grupo Alfa, había leído mi anterior artículo acerca de la verdad, basado en los trabajos de Sigmund Freud y tuvimos una muy amena charla que incluyó nuestra participación en la educación de los hijos.
Y cómo pudiera ésta educación, estar modificando el enfoque qué nuestros hijos tienen ahora de la vida y sus expectativas:
- No casarse.
- No tener hijos.
- Tener perritos o gatitos.
- Tomar la vida como algo trivial, limitado a las banalidades y superficialidades de la vida, no tomando en cuenta que esto es un ciclo y un día tendrán nuestra edad.
Sin embargo hay garbanzos de a libra, como una hija que se gradúe en Boston, MA, en en la universidad del Noreste de esta ciudad con uno de los niveles de vida más grandes de todo el mundo, y que dicha hija se egrese entre el 2% de la población estudiantil con los más grandes honores en la historia de la universidad.
Voy a inventar, porque no sé sí Don Quijote le haya dicho a Sancho:
"Oye Sancho, gran vida de contrastes estamos viviendo".