Bandera blanca

Quien no es conmigo, desparrama.
El Samuelismo estatal lleva prisa, necesita encontrar la patente de corso transexenal, en la semana pública la serie de facilidades fiscales.
Para las empresas, jamás a los trabajadores, el impacto brutal de residencia arroja estadísticas nada halagadoras.
Tesla con la mega factoría se queda en Texas.
Algunas de las armadoras chinas trasladarán las líneas de ensamblado a los Estados Unidos de América.
Espejismo remplazado, la doctrina Monroe revestida.
Sobrevuelos violando el espacio aéreo nacional.
Barcos amartillados dentro de la imaginaria línea de nuestra marina.
Las dos posturas implican la declaratoria obligada de ruptura de relaciones diplomáticas, antecedente a las incursiones de conflicto bélico.
México tiene la obligación de declarar la soberanía nacional.
Advertir el derribo de cualquier nave militar, ya sea en el cielo o en el mar, si aparece en los radares del dominio mexicano.
Si las bestias bélicas de Black Watter son sorprendidos cazando ciudadanos mexicanos sean abatidos por el ejército.
Juzgados militarmente en el silencio del campo número uno en la capital, a la fosa común, como miles de los desaparecidos de los años de la impericia priista.
La presidente Sheinbaum debe desoír los consejos de Marcelo Ebrard.
Devolver los golpes bajos del homologo Trump.
Luego sacamos la bandera blanca, entregamos el territorio nacional.