Bob Dylan
Vimos una película sobre Bob Dylan (no quiero exponerla, pero ella también aprovecho para recuperar un poco sus horas de sueño).
Ahora, antes de que piensen que soy un erudito musical con una colección de vinilos infinita, la realidad es que antes de esto solo conocía tres o cuatro canciones suyas.
No me volvían loco.
Pero después de la movie, el tipo me conquistó.
Para empezar, me encontré con el género Folk, que básicamente es la versión acústica y bohemia del indie de nuestros tiempos.
Guitarra, voz y letras que te hacen cuestionar tu existencia.
Dylan no solo cantaba, sino que escribía canciones que, sin exagerar, ayudaron a moldear una generación.
Imaginen a alguien que, sin redes sociales ni Spotify, logró que su música llegara a cada rincón del planeta.
Lo que más me sorprendió fue su constante rebeldía musical.
En 1965, en el Newport Folk Festival, decidió tocar con una guitarra eléctrica.
¡Herejía total! Los puristas del Folk casi se desmayan.
Pero Dylan no era de los que pedía permiso.
Innovó, se reinventó y llevó su música a nuevos niveles.
Básicamente, hizo lo que le dio la gana y, spoiler alert: le funcionó de maravilla.
Pero Dylan no solo fue un músico, fue un fenómeno cultural. Su impacto en la música y en la sociedad fue monumental.
En los años 60, cuando el mundo ardía en protestas y cambios, Dylan puso la banda sonora del movimiento por los derechos civiles y la lucha contra la guerra de Vietnam.
Sus letras hablaban de injusticia, opresión y esperanza, convirtiéndose en el himno de una generación que exigía cambios.
Con canciones como "Blowin’ in the Wind" o "The Times They Are A-Changin'", no solo entretenía, sino que despertaba conciencias.
Y su influencia no se quedó ahí.
Ganó el Nobel de Literatura en 2016, colaboró con gigantes como Johnny Cash y George Harrison, y sus letras siguen siendo vigentes porque tocan temas universales: justicia, paz y el caos de la vida.
Además, el tipo tuvo el descaro de ignorar la ceremonia del Nobel por semanas, porque tenía "otros compromisos".
Una leyenda con todas las letras.
Ahora, aquí es donde todo se conecta con una idea interesante.
A veces nos aferramos tanto a cómo creemos que deben ser las cosas, que terminamos resistiéndonos al cambio.
Dylan entendió que para avanzar hay que dejar de pelear con lo inevitable y lanzarse al vacío, confiando en que hay una red abajo.
Hay momentos en los que la verdadera libertad llega cuando dejamos de luchar contra la corriente y simplemente fluimos.
Llámenlo madurar, soltar o, en palabras más simples, aprender que hay cosas más grandes que nuestro ego.
Si aún no han visto la película o no han escuchado bien a Bob Dylan, dense la oportunidad.
Quizá descubran que detrás de esas letras hay más que música; hay un reflejo de lo que significa evolucionar sin miedo.