Dia de gracia

Gerson Gómez DETONA: Los 29 de febrero, de cada cuatro años, debieran ser ese regalo para la humanidad.

Amanecimos como cada cuatro años.

Con un día extra en el calendario.

Para jugar algunas bromas. Como quienes nacen.

Pocas veces tienen la oportunidad de celebrar. Incluso hay quienes prometen matrimonio.

Incluso quienes llegan al registro civil y al altar.

Quienes despertamos al alba, gozamos del sol.

Del canto de las aves en su vuelo.

Los primeros rayos de humanidad. Los conductores, en su desmemoria, confunden marzo o un pasadizo secreto con febrero.

Debemos hacer de nuestro 29 de febrero, más allá del chascarrillo voraz, una posibilidad de reflexión invertida.

Ver por quienes carecen de lo indispensable. Ayudar a los migrantes. Llevar el pan a los vagabundos. A los desheredados de la tierra ayudarles. Brindar misericordia afuera de los hospitales.

Rezar y orar por quienes sufren la falta de salud, empleo o que están ahogados en la depresión.

Visitarles en sus casas. Ofrendar el tiempo en los familiares. Llevar no solo consuelo sino pan.

Sin mirar a los dispositivos móviles. Liberar las agendas, aún sea día laboral.

A media tarde, cuando el sol regrese a su guarida, comentar con quienes nos aman, sin la torpeza de encender el televisor o permitir el uso del celular en la mesa, sobre las incidencias del día.

Lo aprendido y lo aportado.

Los 29 de febrero, de cada cuatro años, debieran ser ese regalo para la humanidad.

Antes de la llegada de la primavera en el norte del hemisferio.

Brindar incluso con agua por las múltiples enseñanzas, no de un día más, sino de un simpático y bonachón 29 de febrero.

Porque mañana, comienza el bombardeo de publicidad electoral. Agarremos aire.

Gerson Gómez

Morelense de cepa Regiomontana. LCC con especialidad periodismo (UANL). Doctor en Artes y Humanidades (I.C.A.H.M.). Tránsfuga de la mesa de redacción en diferentes periódicos como El Diario de Monterrey, Tribuna de Monterrey, y del grupo Reforma en el matutino Metro y vespertino El Sol. Escort de rockeros, cumbiamberos, vallenatos y aprendices al mundo de la farándula. Asiste o asistía regularmente a conciertos, salas de baile, lupanares, premieres, partidos de fútbol y hasta al culto dominical. Le teme al cosmos, al SAT, a la vejez y a la escasez de bebidas etílicas. Practica con regularidad el ghosting. Autor de varios libros de crónica como Hemisferio de las Estaciones, Crónicas Perdidas, Montehell, Turista del Apocalipsis, Monterrey Pop y Prêt-à-porter: crónicas a la medida.