El guion de mi vida
“Algunas veces las personas deben enfrentar la muerte antes de enfrentarse a la vida en su totalidad”, escribieron Dorothy Jongeward y Diu Scott en su libro “Mujer triunfadora”.
Si tu vida fuera una película, ¿has examinado tu propio guion?
Pues bien, es momento de sentarnos frente a la enorme pantalla de cine y ver la trama, no sin antes tener a la mano unas palomitas y un refresco.
Lo que hemos sentido, lo que hemos visto, los aromas que evocamos, los inolvidables sabores, los colores de las cuatro estaciones, lo que hemos palpado, apretado, rasguñado, amado u odiado, son parte de los ingredientes que han dado como resultado lo que ahora somos.
Ayer, limpiando el librero, me detuve a leer “Mujer Triunfadora”, especialmente las hojas que en mi adolescencia había subrayado en amarillo, donde las autoras Jongeward y Scott invitan a sus lectoras a examinar el guion de su vida. Para ello debemos imaginarnos como personas que han vivido cien años o más y que nos encontramos en el último día de nuestra existencia.
Es importante empezar por preguntarnos:
- ¿Cuál es el título de la obra?
- ¿Cuál es el tema?
- ¿Quiénes son los personajes secundarios y qué papel hacen?
- ¿Cuál es la escena que más recuerdas?
- ¿Cambia o permanece igual?
- ¿Cuál es el punto decisivo de la obra?
- ¿Me ovacionan de pie?
- ¿Aplauden de forma educada?
- ¿Se duermen?
- ¿Se levantan y se van?
- ¿De qué me arrepentí?
- ¿Qué siento no haber hecho?
- ¿De qué estoy realmente contenta?
- ¿Hay algo que me gustaría cambiar o hacer más?
Las autoras de este libro señalan que los guiones triunfadores tienen como principal característica la “congruencia”, es decir, el cuerpo, la mente y el sistema de valores trabajan juntos.
Existe unidad entre lo que una persona piensa, siente y hace.
- ¿Qué tanto vivimos lo que decimos?
- ¿Qué tanto pensamos en nuestra vida y en el camino al que nos dirigimos?
- ¿Reflexionamos sobre nuestros sentimientos o sobre aquello que hacemos?
La mayor parte del tiempo juzgamos lo que otros hacen; especialmente ha nuestros políticos y sus decisiones, pero, somos incapaces de vernos y asumir nuestra propia responsabilidad en este planeta. Es más, a veces incluso desconocemos nuestro propósito de vida.
Al final de la vida, me pregunto cuántas personas podrán decir realmente que nos conocieron, porqué a decir verdad, desde que se puso de moda la felicidad en las redes sociales...
...hemos sido inhibidos para mostrar lo que realmente somos y sentimos.
El tiempo de pascua me ha hecho reflexionar en la inexorable ley del tiempo, en la importancia de hacer que cada día sea especial, único y diferente. De una u otra forma todos hemos experimentado el encono, el dolor y el sufrimiento; pero también la alegría y el amor.
El Papa Francisco en la homilía del Domingo de Resurrección hizo un llamado: “Apresuremonos a superar los conflictos y las divisiones, y a abrir los corazones a quien mas lo necesita. Apresurémonos a recorrer senderos de paz y de fraternidad”.
“Obtengamos la fuerza para preservar el bien”.
Hoy quiero dar gracias porque estoy viva y puedo trabajar por el mejor guion de mi vida; porque al igual que muchas y muchos he pasado por desiertos y tormentas, y en el dolor y la tristeza hemos encontrado el verdadero amor y la nobleza del ser humano.