Sabotaje: ¿inconsciencia o destino?
Prometo solemnemente retar los dogmas, el statu quo.
María Fernanda García Sada
Nota de la autora: El presente artículo —nada halagador— va para todos los mexicanos: los de derecha, los de centro y los de izquierda.
Te invito a que, si te vas a ofender, no me leas, especialmente si no te gusta mi estilo: es brutalmente honesto, se sabe que incomoda, va directo a la yugular, es filoso, incensurable y políticamente incorrecto.
Deseaba escribir sobre cultura, cosas alegres, pero las urgentes circunstancias me obligan a meterme al cochinero.
Bien dijo el famoso psicoanalista, Carl Jung: “Hasta que el inconsciente no se haga consciente, el subconsciente dirigirá tu vida y tú le llamarás destino”.
¡Tómenla!
Eso suena a autoboicot: bloquea, desvía, trunca, destruye y mata cualquier relación, progreso, sistema, proyecto, y ¿por qué no?, hasta a un país.
La libertad del ejercicio del voto y la honestidad con la que se ejerce son saboteadas por la pobreza, la amenaza, la ignorancia, el crimen, el lavado de cerebro, el egocentrismo y la inconsciencia que imperan en la sociedad. Parece que somos adictos al sufrimiento: nos autosaboteamos, no sabemos lo preciado que es ese derecho que, deberíamos de defenderlo a capa y espada, hasta con la vida.
¿Qué tan mal no están las cosas que la mayoría de los votantes con necesidades reales, en condiciones deplorables, han prostituido por sexenios (incluyendo éste) el valor de su elección, al canjearlo por una coca, un sandwich, una camiseta con una calcomanía fea y chafa o por una mensualidad miserable que atiende sus necesidades inmediatas?
En el caso de los servidores públicos electos, son tan corruptos, que hacen su trabajo (o no), por miles de pesos, unos cuantos milloncitos, una propiedad aquí, un rancho allá o todo un cerro.
Quizás nunca ha habido un compás moral, ni valores fuertes ni sólidos en un país construido sobre el idealismo de una Revolución e Independencia que se enfrentaron, hace siglos, contra la tiranía —un sueño ya lejano.
Pero un fuego intenso se encendió en los corazones de muchos mexicanos dentro y fuera de tierras patrias. Ardimos, no por la temperatura ambiental, sino por pena y dolor de constatar, que, en más de 100 años, las libertades, las garantías individuales, la certidumbre jurídica y el Estado de derecho se encuentran seriamente en grave peligro.
No obstante, y como siempre, por comodidad y apatía, a muchos les valió “M” mayúscula los comicios. Solo participó aproximadamente el 60% del padrón electoral. Y, ¿el otro 40%, ’apá? Luego se quejan de los muertos, del cobro de piso, del precio de la gasolina y de los alimentos, del agua inexistente, de la falta de luz, de la carestía de medicinas, una lista interminable de etcéteras.
Es bien sabido que, tanto el presente, como la esperanza de un futuro productivo, nunca han pertenecido a los “ninis” y jamás a los esclavos de dádivas, sino siempre a los aspiracionistas, a los voluntariosos, a los activos.
Coloquen a un industrioso en un desierto; construirá con sudor y esfuerzo un oasis. Pongan a un holgazán en el mismo desierto; se clavará en algún jueguito en su celular (lo que le dure la pila), se tomará su coca y se volverá cadáver.
Ni el miedo ni el autosabotaje forman parte del pensamiento de un emprendedor; por más fracasos que tenga, estas emociones simplemente no existen en su vocabulario.
Parecería que muchos mexicanos no emprendemos, ni tenemos visión.
En cambio, destacamos en autodestrucción, sabemos dispararnos en los pies con exacta precisión de francotirador. Si creemos que no podemos estar en las peores circunstancias (destino), preguntémosle a nuestros hermanos cubanos, venezolanos, colombianos, nicaragüenses and so on…
Una amiga estadounidense, originaria de Arizona, comentó sobre la importancia histórica de los comicios en México: se elegiría, por primera vez y en más de 200 años, a una persona del único otro género científicamente comprobado por el DNA: a una mujer (à propos del tema, todavía no corre para presidente alguien que se cree unicornio, con todo respeto y no agraviando). Pierdan cuidado, apenas estoy arrancando motores.
Con ese cambio tan radical en un país tradicionalmente machista, pareceríamos haber ganado la carrera al volvernos mucho más democráticos que los Estados Unidos de Norteamérica.
Really?!
¿Cómo es que hay cerca de 40 candidatos asesinados y más muertes con relación a las elecciones? No hay nada más antidemocrático que la manipulación de las mismas, a tal punto de tener que “remover” a los candidatos inconvenientes.
¡Indignante, preocupante, intolerable! La realidad mexiquense nunca había sido más amenazada y peligrosa. Nuestra posición como país discrepa por la imposibilidad de convertirnos en una potencia desarrollada, de primer mundo, pues ni la creatividad ni la prosperidad existen en un estado de sobrevivencia.
¿Cuándo entenderemos que no hay posibilidad de avance, de éxito, de verdadero “bienestar” (no me refiero al gastado concepto propagandístico de la 4T) si impera la corrupción, si no hay seguridad, si desaparecen las instituciones autónomas, si no se distingue claramente la división de poderes? Por lo visto, hemos reprobado… ¡de nuevo!, y no habrá examen extraordinario en mucho tiempo, de eso se va a encargar la izquierda al modificar la Constitución. ¿Ya pisé varios callos o todavía no?
¿Ya se preguntaron si estos comicios del 2024 fue la última vez que votamos libremente en México? ¿Les preocupa o les vale “M” mayúscula?
Seguimos sin aprender las lecciones de historia: los monopolios y el autoritarismo nunca han dado buenos resultados, son destructivos. Los corruptos se meten a la política para hacer negocio; el servicio prestado a la nación es nulo, quizá porque el sueldo no es bien remunerado y no tienen llenadera.
Las balaceras, la cantidad de desaparecidos, muertos y cobros de piso son evidencia de que vivimos en un narcoestado; el aparato político del país está fallido al ser manejado por gángsters, con el peor cacique de la historia mexicana moderna al frente, dueño de un rancho llamado “La Chingada” (por cierto, ha sido el sueño de sus “adversarios” que se vaya allí desde que comenzó su sexenio).
¿Con qué dinero lo compró?, pregunto. Siempre ha dicho que solo tiene $200 pesos en la cartera o ¿es una fachada de austeridad republicana maquiavélicamente customizada para “el pueblo”? ¿De dónde sacan tanto lujo sus hijos? Del sudor y trabajo de los mexicanos, del erario público, ¡claro está!
Como bien apuntaló mi amiga americana: “Actualmente, México vive épocas retrógradas, del Viejo Oeste; las elecciones se resuelven a punta de pistola en el O.K. Corral”. ¿Les da risa? A mí, ¡no!
Durante esta batalla verídica en 1881, tres hombres fueron asesinados, tres salieron heridos, dos huyeron y uno resultó ileso. Así son los resultados de las elecciones en México: unos muertos, muchos heridos, otros huidos (fuga de capitales, talentos, cerebros) y, por último, los que se quedan en el poder salen victoriosos, impunes, ilesos de esta carnicería y, por si fuera poco, ¡millonarios!
¿Qué queda? Un país de manada sometido a un corral, secuestrado por vaqueros políticos criminales que se dejan sobornar, que asesinan, manipulan, roban e irrespetan la libertad y la verdad, ya que siempre tienen “otros datos”: saquen las palomitas para ver Autodelirio Moreno, 2nda Temporada.
Todos, absolutamente a todooos los gobernantes se les debería de practicar exámenes de honestidad y psicológicos antes de postularse para un cargo público, a ver si están ética y mentalmente buenos. No es posible que estemos en manos de criminales locos que pertenecen en la cárcel o deberían de estar en un sanatorio con camisa de fuerza, vigilados.
Por si fuera poco, me impresiona constatar la patológica locura ciega de muchos votantes. Uno de mis mejores amigos, un brillante abogado que prefirió permanecer en el anonimato, comentó: “Sin lugar a dudas, hemos visto un fanatismo inusitado a manera de culto”. No se equivoca.
No viví el movimiento estudiantil del ’68 al que tanto hizo énfasis la candidata de la verdadera “mafia del poder”, no había nacido. Sin embargo, en mi tostón+1 años de vida, nunca había visto numerosas manifestaciones pacíficas tan grandes por defender la democracia, tanta indignación, reclamo exacerbado e inconmensurable desprecio por un gobierno que, a todas luces, nos ha, tanto mentido descaradamente, como fallado.
No se había visto desde la pandemia —sí, esto se compara contra una enfermedad global— que los inversionistas se pusieran tan nerviosos, y que la Bolsa Mexicana de Valores y el mercado cambiario se depreciaran en demasía, al degustar una pequeñísima dosis de habas envenenadas que actualmente se cuecen en una olla de presión llamada “Antidemocracia”.
“Con dinero baila el perro”, dice la frase popular. Para calmar la tensión, obviamente era imperativo y urgente pronunciar la retórica política —siempre vacua, carente de intención y, por lo tanto, de contenido—: “(Buscamos) confirmar a los organismos internacionales e inversionistas privados que nuestro proyecto se basa en la disciplina financiera, acatando la autonomía del Banco de México, el apego al Estado de derecho y facilitando la inversión privada nacional y extranjera”, dijo Claudia Sheinbaum.
¡Ajá! Mientras ponen en marcha el Plan C: el cambio a la Constitución —la única y última barrera que nos protege del autoritarismo, pues sabemos que el INE está infiltrado.
¿Cuántas veces nos han prometido los politicriminales y nunca cumplido? No hay valores, no existe el compromiso que significa “con promesa”.
¡Estamos hartos! Hablando de ranchos y desiertos, grábense mis palabras; si ya estábamos enojados, ¡ahora estamos peor!: la oposición se va a convertir, no en un cadillo, sino en un sahuaro marca Satán, con un cohete ACME encendido ahí donde les platiqué, ¡tan gigante!, que los corruptos no podrán sentarse a descansar ni un microsegundo durante su miserable sexenio.
Esté hecho este video con la IA o no, lo que dice está muy bien escrito, el mensaje es claro y es el sentir de mucha gente:
Por si no sabían, en Cuba casi no hay electricidad; la cortan entre 11 a 17 horas diariamente. Todo escasea, incluso los limones y las medicinas. No son cuentos chinos, ¡qué ironía!
¿Les suena familiar, queridos lectores?
Despierten a este wake up call con un fregadazo, witches: ¡México es socialista desde hace 6 años! Agradezcamos el crecimiento de la izquierda a los descuidos, desfalcos y raterío de los partidos políticos, funcionarios y gobernantes en todos los niveles de la derecha desde tiempos inmemorables.
Advertencia: “No serás dueño de nada, pero estarás feliz”, dijo el Foro Económico Mundial y objetivo final del comunismo: ¡ideología patrocinada por la 4T!
¡A ver!, seamos realistas y pongamos todos los puntos sobres las íes: Marx, padre de la izquierda, era un mantenido, ¡bueno para nada! Se casó con una señora de la aristocracia —posición social a la que tanto le tenía odio—. No obstante, era un hipócrita, pues el truhan vivió y se gastó toda la fortuna de la esposa y de la suegra. ¡Nada más contradictorio! Jamás se dignó a poner el ejemplo, vivir su filosofía. Como la mayoría de los izquierdistas, el muy canijo pensó que el socialismo era bueno para el pueblo, no para encarnarlo personalmente.
Acaricio este tema con sarcasmo y humor en mi novela, Políticamente incorrecta, solo que, fuera de la historia de ficción, en la vida real, no da risa.
Para aquellos escépticos vamos a aclararlo todavía más: quítenle a un comunista su celular por “el bien del pueblo”. Les asevero que en $hing@!, les explicará mejor que un crack veterano Doctor en Economía graduado del TEC lo que significa la “propiedad privada”. Quien quiera realizar el experimento recibirá una paliza que dejaría a Canelo llorando como a un niño.
Abran los ojos, quítense las vendas: las prácticas de Morena no han sido diferentes a las de otros partidos de derecha, quienes se han aprovechado de la necesidad, de la ignorancia y han acarreado como manada de vacas a los más pobres que regalan su único e invaluable tesoro —el voto— por la promesa de una dádiva. El intercambio es injusto por tener valores desiguales.
Ayer me platicaba una empleada que a ella le ofrecieron $1,300 pesos por su voto; a una amiga suya, $500. La gente termina pagando carísimo con las transas del gobierno. En el recuento de los daños, durante todo un sexenio, ¡cada voto vale millones! ¿¡No se dan cuenta!?
¡Así que no me hablen, ustedes izquierdistas, de justicia social, bola de hipócritas! ¡No me voy a autocensurar por quedar bien con ustedes, ni escribo aquí en DETONA para caerles a todo dar! No soy muñeca de aparador. Siempre diré mi verdad, soy políticamente incorrecta, sí o sí, le guste a quien le guste.
Tengo emociones mezcladas: me llena de orgullo, pero también de rabia y de indignación ver las noticias de connacionales reunidos por cuadras interminables en distintas embajadas de México en el mundo gritar repetidamente, “¡Fuera Morena!”, entre cantos a ronco pecho de piezas populares como Cielito Lindo y El Rey; vi a paisanos formados por horas y horas bajo calores de 45 grados, esperar —con paciencia de un santo canonizado—, su turno, con el único objetivo de ejercer su derecho y obligación, guiados por su corazón enardecido y esperanza insondable, el ejercicio de la democracia, evidencia del hartazgo que impera en una inmensa cantidad de mexicanos.
Lastimosamente (y yo agregaría que a propósito), se difundió que amenazaron previamente a funcionarios del INE; renunciaron por miedo; además se prepararon con pocas boletas en unas casillas y, en otras, entregaron de más, sin estar cortadas previamente, por lo que no contaron o se anularon esos votos; lo mismo sucedió en las especiales.
Para acabarla de amolar, muchas abrieron tarde y hubo irregularidades en la compilación de datos que no coincidieron con las sábanas reales, pues había más funcionarios de la izquierda que de ningún otro partido de derecha. Lo sé, porque tuve amistades que participaron en los comicios.
Por ahí dicen que usaron inteligencia artificial y no me sorprendería que hayan aprovechado todo el aparato del Estado, incluso el Pegasus, —su caballo de Troya— para ganar estas elecciones; eso, aunado a las múltiples intervenciones del actual gobierno y las propagandísticas mañaneras.
“¡Fraude!” Es lo que una inmensa mayoría reclama. No lo dudo ni tantito.
¿Qué brújula moral podemos esperar del gobierno, de nuestras instituciones —supuestamente defensoras— si están maquiavélicamente manipuladas e infiltradas? ¿Cómo se quedaron tantos mexicanos sin votar?
Como bien mencionó mi amigo, el Dr. Gustavo González Valle: “Votar es dar licencia para robar”. Se los digo a todos: a los derechistas, centristas e izquierdistas. México, lindo y querido, ¡me dueles!
No son teorías de conspiración, sino hechos conspirativos las infinitas irregularidades.
La historia no ha cambiado: ¡qué Cuarta Transformación ni qué ocho cuartos! Cuéntenme otra de narcovaqueros. ¡No me la trago!
Lo que sucedió en los comicios 2024 y dentro del INE, más un ausentismo de casi un 40% del padrón electoral (por cierto, es delito no votar y como de costumbre, en México no se castiga, ¿por qué será?), es toda una historia que pudo haber salido de una novela de ficción política, no obstante, son delitos de lesa patria.
El sapo no se dio cuenta de que, el agua, se calentaba poco a poco, hasta que hirvió y lo mató.
¿Qué vamos a hacer al respecto? ¡Espero sus propuestas, aunque sean políticamente incorrectas!