De los muertos y de los que estando vivos ya no están
Les platico que los más entrañables, quienes me trajeron a esta aldea, se fueron casi juntos hace poco.
En seguidita de ellos, el último de mi camada, me dejó huérfano por todos lados.
Por eso cuando en medio de un reclamo, de una diferencia, de un "debate", de una discusión o de un enojo, alguien se acuerda de mis muertos, cuando por agravio alguien los "recuerda", cuando me manda a donde ellos están, su sola mención pega mucho más que el mismo insulto.
Y entonces, mis trincheras se esfuman; dejan de serlo y quedo en descampado.
También se esfuma mi cordura.
Recordarle a alguien que no tiene a ninguno de los más suyos, o que los tiene pero no están, podría ser, de los agravios, el que más lastima.
Hacerlo es como dispararle metralla a un pecho descubierto.
- Se sufre cuando los queridos se nos van y más aún cuando los que estando vivos ya no están.
- Y cuando nos los "recuerdan", todavía más.
Se muere uno de golpe con sus muertos.
Se muere uno poco a poco cuando los que estando vivos se nos van.
No es del todo cierto eso que decía García Márquez de que uno no se muere cuando quiere sino cuando puede.
O a lo mejor sí…
CAJÓN DEL SASTRE DE PANAMÁ.
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