La hormona

Dr. Morales DETONA: En un lejano tiempo, que acaecía en un pequeño planeta de una galaxia perdida en el universo, se suscitaron hechos, que reflejaban una complejidad muy difícil de explicar, sobre todo a la edad de 22 años en la que se dice que tanto, elementos del sexo masculino y sujetos del sexo femenino, y variantes de la diversidad sexual, traen toda la leche adentro.

Este hecho aislado no refleja la generalidad, ni mucho menos la normalidad prevaleciente en la sociedad global, de ese conglomerado mundial, ya arrasado por el Rock and Roll, el movimiento Hippie y la guerra de Vietnam.

Nuestro personaje central (ficticio para proteger a los inocentes), en ese tiempo (1974) elemento ejemplar (monaguillo, hijo, hermano, primo, amigo, rival), desarrollado en el seno de una Familia Católica, Apostólica y Romana, de nombres extraídos de la más rancia, histórica, noble y ubicación bíblica, contenida en los evangelios, se encontraba durmiendo plácida y tranquilamente cuando fue despertado por su mamá.

Era viernes por la noche solo que, por azares del destino, el inicio laboral de una carrera largamente trabajada, empezaba a dar frutos y lo dejaban muy cansado; sin embargo, por las características de su actividad profesional, se requería de reponer fuerzas para iniciar al día siguiente con la enjundia requerida para luchar contra la enfermedad y reponer la salud.

 "¿Qué pasó Amá?", preguntó nuestro personaje de marras, saliendo de los vapores somnolientos e intentando reincorporarse a la realidad, "te llama por teléfono Toñito la lombriz".

"Mande" contestó nuestro personaje de comedida educación, del otro lado de la línea se escuchó una voz ronca y aguardentosa que solicitó con importante premura, "necesito que me hagas un paro con una muchacha que se quiso suicidar".

 "¿Porqué no le hablas a un psiquiatra y te dejas de cosas?", "ya les hablamos, nomás que no quieren venir"; "¿pos donde estas?" Le preguntan a Toñito, "en Democracia número tal" contestó Toñito.

 "¿Y, que andas haciendo ahí?", "ando de novio, ya no preguntes y déjate venir".

Toñito la lombriz era sobrino de uno de los principales operadores del alcalde de esos tiempos y por sus capacidades organizativas, le habían encomendado tareas requeridas por el partido, el partidazo, el partido de las mayorías, el partido del pueblo.

Tal actividad le acarreo muchos beneficios y vínculos de todo tipo, entre ellos andar de novio con las muchachas de paga, en lugares de alta alcurnia, elegantes y de finura cortesana.

Dos de sus novias se habían confrontado por la exclusividad de los favores de Toñito y la perdedora había intentado "suicidarse".

El método utilizado no era lesivo, menos letal; consistió en tomarse dos pastillas de X medicamento utilizado para contracturas musculares, una rápida y somera revisión le permitió al amigo de Toñito darse cuenta de la conducta manipuladora de la supuesta suicida, solicitó un medicamento inyectado y rápidamente se controló aquel problema qué no llegó a mayores.

 "¿Cuánto te debo?" Pregunto Toñito la lombriz, "nombre, pues, lo que tú quieras", y Toñito extendió la mano con un sobre qué nuestro amigo tomó y guardo de manera segura y discreta.

Ya se estaba despidiendo, cuando una voz enérgica y a la vez suave y prometedora exclamó "El doctor no se puede ir sin antes aceptarme una amable invitación".

El médico en cuanto entró al sitio ya había reparado en aquella atractiva joven de alrededor de 20 años, peinada a la Audrey Hepburn, con un largo y sedoso vestido de color aqua, ampliamente abierto sobre la cavidad torácica qué le dibujaba un escote y sostenía los opulentos pechos qué luchaban por no salirse de su lugar, a donde los fijaban unos pezones permanentemente erguidos.

Un aro metálico fijaba esta parte superior del vestido, con la parte de abajo qué se prolongaba hasta los tobillos y se abría a ambos lados para mostrar dos muslos qué semejaban un monumento de mármol labrado magistralmente.

Imposible negarse a la invitación, "Yo no tomo" respondió educadamente el galeno, "No es necesario, que tome" respondió la señorita (laboralmente todas son señoritas), la invitación no es solo para tomar.

"¿Como?" "Discúlpeme, mi posición no me permite aceptar este tipo de invitaciones".

"No hay problema" contestó la mujer, "ya no se lo invitando al doctor, se lo estoy invitando a la persona al amigo", "hazle caso" aconsejó Toñito la Lombriz, "¿Tú la conoces? Preguntó entre curioso, tímido y angustiado el médico. 

"Solo sé que viene cada dos semanas de Reynosa, es la que cobra más caro, se mete con puro millonetas y se va bien forrada, en el sobre que te di tienes de sobra".

"Bueno, nomás una coca cola y me voy, no debo manejar tomado".

La plática empezó con amenidad y educación en aquel ambiente prostibulario, francamente mundano, entre humos de cigarro y alcohol, la mujer también había reparado en el doctor desde que entró y aunque ella no tenía vela en el entierro se acomidió (muy comedida la mujer) para apoyar a la supuesta suicida.

Así comenzó aquella experiencia vital, así comenzó aquella situación de apoyo mutuo, bueno, voy a dormir otro ratito.

Dr. Morales

Médico Internista desde 1979 hasta la actualidad, jubilado, dedicado a la investigación clínica, aficionado pasionalmente a la Salud y sucedáneos, el Rock and roll y el Foot Ball americano.