Desapariciones, el dolor de la incertidumbre

Alberto Martínez DETONA: Nuestro Estado tiene una deuda con los familiares de las personas desaparecidas, una deuda que no puede dejarse de lado...

La desaparición de personas en nuestro país es una de las tragedias y mayores dramas que nos deshumanizan, como resultado del torpe combate al crimen organizado, iniciado hace 18 años y las distintas estrategias que se han sujetado más a criterios políticos han provocado que hoy nuestro país viva una crisis de personas desaparecidas.

Sin embargo, la desaparición de personas no es nueva: tiene antecedentes en los años noventa, cuando en Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua, desaparecieron, sin explicación, cientos de mujeres de quienes no se tiene certeza de su destino, ni de los culpables.

La ausencia de un familiar cerceno a la vida de familias completas, llena de dolor y desasosiego, también exhibe el fracaso rotundo del estado en proveer seguridad y aclarar el destino de los desaparecidos.

De acuerdo con los resultados presentados por el Índice de Paz México 2024 (IPM 2024), presentado el pasado 14 de mayo, desde 2010 se han registrado más de 95 mil casos reportados de personas desaparecidas en el territorio nacional; sin embargo, el año pasado creció por mucho, la mayor cantidad de casos, con más de 12 mil personas desaparecidas reportadas.

Comúnmente esta tragedia era un fenómeno primordialmente masculino; es decir, históricamente, los resultados han reflejado una mayor proporción de hombres que mujeres desaparecidas en México, pero en los últimos años, una cantidad cada vez mayor de personas desaparecidas han sido mujeres, con un récord de 29.1% del total durante 2023, siendo los jóvenes la población por edad más afectada por este fenómeno.

Otra situación, asociada a las desapariciones y que muestra el nivel de indolencia e impacto de esta problemática, es el hallazgo de fosas clandestinas.

De acuerdo con los datos del IPM 2024, del total del número de personas desaparecidas en el país, una proporción pudo haber sido víctima de homicidio, especialmente dada la tendencia creciente que refleja que los cuerpos de las víctimas sean descubiertos posteriormente en fosas clandestinas y sin nombre. 

Algunos datos duros:
  • Entre 2006 y mediados de 2023, se han encontrado en México más de 5 mil 600 fosas clandestinas.
  • Desde 2010, ha habido un aumento en el número de fosas encontradas cada año, alcanzando su punto máximo en 2019, cuando se localizaron 970.

Al respecto, los gobiernos han hecho muy poco por buscar a las personas desaparecidas e identificar a las víctimas, si bien es cierto que, el costo de las pruebas científicas para lograr una identificación no es poco, un desacierto resulta que las instancias encargadas de realizar estas tareas trabajen cada año con menos recursos e incluso en algunas entidades dichas instancias hayan desaparecido debido a la falta de recursos.

Es increíble que ante el número de desapariciones en el país, no se haya declarado una alerta nacional, para determinar las causas de este fenómeno y que las autoridades encargadas de la seguridad no estén tras de quienes están provocando este tipo de sucesos cada vez más recurrentes en todo México.

Nuestro Estado tiene una deuda con los familiares de las personas desaparecidas, una deuda que no puede dejarse de lado y mucho meno olvidarse con el cambio de sexenio.

Alberto Martínez Romero

Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM. Tiene un MBA por la Universidad Tec Milenio y cuenta con dos especialidades, en Mercadotecnia y en periodismo de investigación por el Tec de Monterrey. Tiene diversas diplomaturas en Habilidades Gerenciales por la Universidad Iberoamericana y se ha especializado en Relaciones Públicas y Atención de Crisis en Comunicación. Ha sido reportero y editor en medios como Reforma y El Universal. Fue corresponsal en Centroamérica para Reforma y Notimex. Colaboró en la realización del libro “La Huelga del Fin del Mundo”, de Hortensia Moreno y Carlos Amador, primer libro que se escribió sobre la huelga estudiantil de 10 meses en la UNAM en 1999.