Ecos de la toma de protesta de "Amtrack Joe" Biden
Les platico: Como ya se dijo casi todo de la asunción al poder de Biden, le daré marco con este texto a las fotografías que mi amigo Agustín me envió con un memorable recuerdo de la vez que hicimos prácticas de periodismo en el Washington Post, como parte del extinto programa de la Sociedad Interamericana de Prensa, la prestigiada SIP.
Acompañando las fotos puso este mensaje: "por aquí anduvimos juntos tú y yo hace como 40 años".
Y sí, acababa de ocurrir el "Watergate" que le costó la presidencia a Richard Nixon y nos le pegamos a los célebres Bob Woodward y Carl Bernstein, que cobraron fama mundial por su investigación en torno a ese escándalo.
Con ellos aprendimos la alta escuela del periodismo de investigación, que luego Agustín puso en práctica de manera magistral al formar parte del primer equipo de la Revista Proceso.
Katharine Graham -la que fue dueña del Post por muchas décadas- en persona lideró varias de las reuniones de Redacción del afamado periódico, a las que fuimos invitados.
De pura casualidad andaba cerca de Sun Valley, Idaho, y al enterarme de su muerte el 17 de julio de 2001, fui a sus exequias.
La señora Graham pudo haber muerto de otras causas más tranquilas a sus 84 años que recién había cumplido en junio de ese año, pero fiel a la adrenalina del oficio que ella escogió vivir, murió al caer de uno de sus caballos.
En el tiempo que estuvimos allá -yo seis meses y Agustín un poco menos porque tuvo que volver a México a fundar "Proceso" con Julio Scherer García- atestiguamos el coraje y la valentía de Katharine para defender a sus reporteros, cuando toda la ferocidad de Nixon e fue contra ellos, al sentirse descubierto.
Desafío de tal forma a las instituciones -siempre en el marco del cumplimiento de las leyes- que cuando fue girada orden de aprehensión en contra de Bob y Carl, ella salió al quite arguyendo que como dueña del periódico donde ellos escribían, era co responsable de todo lo que ahí se publicaba.
Y así, asumió el rol de culpabilidad que en ese momento sus reporteros resentían por negarse a revelar sus fuentes, y asumió para ella la orden de aprehensión.
Obviamente, pagó una fianza y en libertad, cada semana iba a los juzgados en el lobby de una de las prisiones del Distrito de Columbia, a firmar como "reo en calidad de libertad condicional".
Recuerdo que en una de las reuniones nos platicó la anécdota de que había instruido a su mejor fotógrafo para que cada vez que la limusina que la llevaba a firmar el libro de registro de los reos en su condición, la tomara justo en el momento de estampar su rúbrica y al día siguiente, el Post publicaba en primera plana esa foto.
Hoy, el periódico en manos de Jeff Bezos, sigue la tradición impuesta por la señora Graham y a mis manos llegó por conducto de un buen amigo de su Redacción, la carta con la cual el hoy segundo hombre más rico del mundo (el primero es Elon Musk) se presentó como nuevo CEO del Post.
Fue una pieza maestra de concepto y redacción, pues ahí, Bezos le dijo al personal del periódico que por encima de los intereses de él, están los de los lectores.
El Washington Post fue ferozmente atacado por la administración de Trump desde el primer día de su mandato y la línea editorial del periódico se mantuvo incólume.
El ex presidente llegó incluso a vetar todo contacto de la Casa Blanca con los reporteros que cubren esa fuente.
En un despliegue de amenazante prepotencia, prohibió a las agencias gubernamentales la contratación del menor espacio en la edición impresa y la electrónica del Post.
Ahora, que Estados Unidos tiene un nuevo presidente, la sede de los poderes del gobierno de Biden es la ciudad más protegida y por ende, más segura del mundo.
En el trayecto de Martha y Agustín hacia los lugares donde se realizaron las diferentes celebraciones de la asunción de "Amtrack Joe", son visibles en fotos y videos las extremas medidas adoptadas por la Guardia Nacional y las policías estatales y de la ciudad de Washington.
Más de 20,000 elementos fueron apostados en lugares estratégicos para resguardar la seguridad del presidente y de todos los invitados.
Entonces, por encima de los guantes de Bernie Sanders, de la descomunal elegancia de Michelle Obama, de la calidad poética de Amanda Gorman, del carisma de Kamala Harris y de la filigrana de las celebridades en la parte artística, destaco aquí la transición que nuestro vecino del norte está viviendo hacia lo que se espera sea una era diferente en su hegemonía mundial.
China será un enorme reto, mucho más complicado que Rusia, por la débil economía del país donde Putin se ha adueñado tiránicamente del poder.
América Latina tendrá un tratamiento muy parecido al seguido por Obama, con la distinción que Biden hará de la zona más complicada en materia de migración: Centroamérica y en particular, sus ojos estarán puestos en Honduras, El Salvador y Nicaragua.
¿Y México? Resumo el tema en este infortunado comentario emitido por AMLO el pasado 7 de enero: "no he recibido invitación para asistir a la toma de protesta de Joe Biden como nuevo presidente de EU".
¿Y qué esperaba? después de que en su fatídico viaje -el único que hizo fuera de México en 2020- a rendirle pleitesía a Trump, ignoró olímpica y republicanamente la invitación que los demócratas le hicieron para que se reuniera con ellos en uno de los salones del Capitolio.
Además, si lo hubieran invitado y él asistido, tendría que haberse puesto el cubre bocas que en México se niega a usar, y que todos los invitados portaron en las ceremonias.
Y si cree que por ser quien es lo habrían dejado entrar, se equivoca, y si no, pregúntenle al agregado cultural de la embajada de cierto país sudamericano que quiso entrar a uno de los eventos y por más que pataleó argumentando que su chofer se había ido y en su limusina iba su cubre bocas, NO LO DEJARON PASAR.
El tema estuvo a punto de llegar a mayores, pues el agregado de la citada embajada amenazó a los guardias con llamar a su presidente pero ni así logró que lo dejaran entrar.
La postura de los elementos de seguridad no reconoció influencia alguna que valiera para que alguien sin la respectiva acreditación pasara por los rigurosos filtros que fueron colocados alrededor de cada uno de los lugares donde se efectuaron las ceremonias.
Cada vehículo que no fuera de los oficiales en que transportaron a los invitados, fue objeto del más escrupuloso escrutinio por guardias y policías que estuvieron acuartelados desde 48 horas antes para evitarles todo contacto con gente ajena al protocolo de seguridad.
CAJÓN DE SASTRE
"A ver cómo le va a México con Biden y si no le va muy bien, ya sabemos a quiénes ir a mentarles la madre", dice la irreverente de mi Kalifa, quien no se quiere regresar de la seguridad que se respira en la ciudad más protegida del mundo.