El agua de calidad
Todavía se recuerda la anterior emergencia del abasto de agua para el área metropolitana y todo indica que no aprendimos nada.
Ahora ya estamos sumidos en una crisis planetaria, pues casi todas las ciudades del mundo atraviesan por desequilibrios preocupantes entre la oferta disponible de agua: su uso y cuidado.
La infraestructura y políticas de uso del agua son nuestras; el recurso, el agua es del planeta entero.
Lo mas sencillo ha sido recortar las horas y volúmenes del suministro; lo más complejo será cambiar las políticas públicas y hábitos para alcanzar algún grado de viabilidad de nuestras ciudades en el largo plazo.
Lo que se hizo desde los 80s del siglo pasado y hasta nuestros días fue buscar, por el lado de la oferta, aumentar el suministro disponible para la ciudad y se incluyó en el transcurso, el tratamiento del 100% de nuestras aguas residuales, que no es poca cosa.
Una de las causas para el estado actual de las cosas en materia hidráulica, fue que se consideró a la empresa suministradora como un ente público pasivo que debía adaptarse a la realidad expansiva de la ciudad horizontal, impulsada por políticas publicas de vivienda incoherentes con la realidad del abasto de agua.
Seguimos los pasos de la capital del país pero en medio del desierto, craso error.
Olvidemos por un segundo el tan temido y manoseado cambio climático, para reconocer que ya se llegó a un punto donde la empresa Agua y Drenaje debe autonomizar realmente su gestión de todas las influencias y políticas vulgares, y aumentar su prioridad en la administración del crecimiento de la ciudad para evitar que los procesos de análisis de factibilidad del suministro de la expansión urbana no se conviertan un artículo “negociable” al mejor postor, como ha ocurrido.
Ya no se trata de que tengamos la suerte de que un gran huracán llene de nuevo todas nuestras las reservas de agua dulce. Es irracional que ante las evidencias no demos un giro drástico en cuanto al uso y re-uso del agua para hogares, industria, y el campo.
También es insostenible no hacer un análisis profundo de todas las externalidades ocasionadas por nuestras malas practicas de explotación, y que sus efectos no se asimilen en cada proyecto de uso para incentivar el cuidado hidráulico en el corto plazo.
Si hemos podido llegar hasta este nivel de poder de realización en nuestra ciudad fue debido a la capacidad para la adaptación cooperativa consensual de todos ante la necesidad de reglas y hábitos de vida que aunque representen costos, sabemos que previenen problemas diversos.
Hoy es cuando.
Hoy habrá que mitigar, reorientar y corregir todo lo que está mal en cuanto a nuestra cultura del agua y del medio ambiente para que se extienda la vida con calidad de nuestra ciudades.
Para la lograr la reversión de la degradación, habrá que diseñar medios y dispositivos útiles para los hogares y negocios de todos los tipos y clases para sacarle más jugo al agua, así como mecanismos de fiscalización y vigilancia apropiados para conducir la obtención y aplicación de recursos de inversión en este tema.