Miedo al poder de la Marea Rosa
López Obrador y sus pregoneros llevan semanas descalificando a la “marea rosa”.
A un movimiento ciudadano inédito que surgió para poner un alto al autoritarismo de un régimen depredador.
Matraqueros del gobierno como el exministro Arturo Zaldívar dicen que las marchas para defender la autonomía del INE y la autonomía del Poder Judicial han sido una farsa, una simulación ciudadana manipulada por los partidos políticos.
Unos y otros hablan de mascaradas. De que la presencia de Xóchitl Gálvez y de Santiago Taboada en la concentración de este domingo 19 de mayo en el Zócalo confirma que la “marea rosa” nunca ha sido independiente.
El presidente tiene razón en estar preocupado
Él sabe perfectamente que a las dictaduras nunca las han tirado los partidos políticos, sino los ciudadanos.
Que nada hay más poderoso para deshacerse de un tirano y de un mal gobierno que la fuerza de una sociedad hastiada de excesos y mentiras.
Un déspota como López Obrador no puede entender que existan expresiones sociales libres y espontáneas.
Para un vividor de la política solo existe el acarreo, la compra de votos y la expropiación de conciencias.
López pertenece a una cultura política caciquil que desprecia y al mismo tiempo teme a los ciudadanos.
No le gustan porque –al ser libres– no puede manipularlos.
El señor de Palacio busca matar todo aquello que no pueda controlar.
Este domingo 19 de marzo mexicanos de todo el país volverán a llenar las plazas públicas. Se trata de hacer un último llamado –antes del 2 de junio– a defender la democracia y los valores de la República.
Hacer ver que si Claudia Sheinbaum gana la presidencia, México quedará atrapado en una dictadura oscura que dará más poder a una pandilla de parásitos que buscaron llegar al poder para vivir de él.
El México libre y democrático tiene una cita con el futuro
Se trata de salvar a la nación en las urnas, aunque también de dar una muestra de poder ciudadano ante un proceso electoral que ha secuestrado el gobierno para favorecer a su candidata.
Esta elección puede no terminar el próximo 2 de junio si el gobierno desconoce los resultados o si consuma el fraude que ha venido preparando López –con ayuda del crimen organizado– desde que llegó al poder.
En ese caso, la marea rosa tendrá que convertirse en un movimiento de resistencia.
Habrá que desconocer a una presidenta espuria y crear una estrategia de movilización que obligue a reponer la elección.
A la marea rosa ya no la detiene nadie. Es la semilla de una nueva revolución social decidida a impedir que un partido de bandoleros siga asaltando las instituciones y libertades.