Opinión

¿Por qué debemos leer con urgencia en NL a Mario Vargas Llosa (QEPD)?

Eloy Garza DETONA: Mario Vargas Llosa vino a Nuevo León en un par de ocasiones. De los escritores del boom latinoamericano, sólo Carlos Fuentes vino más veces.
A Vargas Llosa solía traerlo el ITESM, y la última visita fue para dar una conferencia sobre Víctor Hugo y su novela “Los Miserables”. 

Por lo general, cuando en Monterrey hablamos de “Los Miserables”, nos referimos al musical de Broadway.

Los más letrados añaden que también está la película (en realidad son 4 o 5) y una serie de televisión. 

En fin.

Privarse de leer el libro (son más de 900 páginas en letra chiquita), porque ya se vio la película o se vio la serie, es privarse de una aventura portentosa.

Nadie sale indemne tras leer “Los Miserables”. 

  • ¿Quieres entender la injusticia social? Lee “Los Miserables”.
  • ¿Quieres comprender por qué la impartición de justicia es una letrina? Lee “Los Miserables”.
  • ¿Quiere conocer qué es la naturaleza humana? Lee “Los Miserables”. 

Dijo Vargas Llosa en su última visita a Monterrey que lo que valora de la política, que es un duelo constante entre el bien y el mal, lo aprendió de “Los Miserables”. 

Buena parte de la inspiración para escribir sus novelas la obtuvo Vargas Llosa de “Los Miserables” (entre otros cientos de libros, claro está) y así lo explicó en la conferencia que dio en Monterrey, que por cierto la improvisó en poco menos de dos horas de charla sentado en un sillón, sin apuntes, haciendo gala de una memoria sin grietas y con un estilo magistralmente divertido y ameno.

Fue una obra de arte dicha conferencia.

Pero Vargas Llosa también añadió que Monterrey, salvando obvias diferencias, se parecía mucho a su querida (y odiada) Lima. 

Tenía razón.

Yo, que he dedicado casi toda mi vida a leer cuanto publicaba Vargas Llosa, puedo decir que Monterrey es muy parecido a la Lima de las novelas de Vargas Llosa. 

¿En qué se parecen?

En la forma como las élites políticas locales crean su red de proveedores y constructores a modo.

Eso se narra en la novela “Conversación en la Catedral”. 

  • ¿En qué más se parecen Lima y Monterrey?

En la forma como en las aulas se va inculcando inconscientemente en los menores de edad un machismo vergonzoso y ruin. Eso se narra en la primera novela que publicó Vargas Llosa: “La ciudad y los perros”.

  • ¿En qué más se parecen?

En la forma como el crimen organizado se va filtrando en el comercio y los negocios locales, casi imperceptiblemente. Eso se narra en la novela “El héroe discreto”. 

  • ¿En qué más se parecen Lima y Monterrey?

En la forma en que ciertos pasquineros amarillistas y mercenarios quieren corromper a los emprendedores de bien. Eso lo narra Vargas Llosa en “Cinco esquinas”.

  • ¿En qué más se parecen?

En la forma como nos divertimos imaginando erotismos secretos, felicidades domésticas y apego a nuestras parejas. Eso se narra en la novela “Los cuadernos de don Rigoberto”. 

  • ¿En qué más se parecen?

En el apego que tenemos a nuestras tías y, en general, a los parientes, es decir, a nuestra familia (sea o no sea disfuncional). Eso se lee en su obra de teatro “La señorita de Tacna”. 

Ayer se murió Mario Vargas Llosa.

Dio su último suspiro en Lima.

Fue un liberal en economía, en lo moral y en lo político.

Un cosmopolita con el alma anclada en el Perú. 

Quiero pensar que, por mentalidad, franqueza y libertad de pensamiento, Mario Vargas Llosa fue un escritor regiomontano. 

Cada una de sus novelas es un capítulo de “Los Miserables”.

Al final, los personajes de Víctor Hugo se redimen.

Los personajes de Vargas Llosa suelen redimirse.

A los nuevoleoneses también nos queda la redención. 

Nunca es tarde para empezar.
El bien nos espera siempre.