Aún están a tiempo
Desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador destapó, en el primer tercio de su gobierno, a sus “corcholatas” favoritas para la sucesión presidencial, una gran parte de la opinión pública asumió prácticamente de inmediato que su simple inclusión en la lista del patriarca los convertía en los más capaces, poderosos y casi invencibles suspirantes.
Las “cualidades” no se hicieron esperar y MORENA, fiel a su costumbre de violar la ley, inició las campañas anticipadas.
De pronto vimos a estos personajes aparecer en todos los foros -menos en los que corresponden a sus encargos-, orgullosos de ser los “elegidos” de su pastor.
¿Cómo no ser fuertes, si todos los recursos humanos, financieros, tecnológicos, políticos, de comunicación y territoriales del gobierno federal se encuentran al servicio del partido político oficial, cuya coordinación general está a cargo del presidente de la República?
¿La selección de los perfiles morenistas son producto de su capacidad, inteligencia, responsabilidad, trayectoria pública o ética profesional? La respuesta, a la luz de los datos oficiales, evidentemente es NO.
Su posible postulación obedece única y exclusivamente a la voluntad de un sólo hombre que prioriza para estos propósitos:
Lealtad ciega, acatamiento de instrucciones, negación de la realidad, culto a la personalidad, imitación de conductas y fanática fidelidad.
CORCHOLATA CLAUDIA
A Claudia Sheinbaum la persigue su irresponsabilidad por permitir obras como las del Colegio Rébsamen, que al desplomarse en el sismo de 2017, ocasionó la muerte de 26 personas, entre ellos 19 menores.
Pero no sólo eso, el metro de la Ciudad de México se ha convertido en el símbolo de la negligencia gubernamental, la opacidad e ineficiencia de la clase política que ella representa y que está vigente desde hace 22 años, de la que sin éxito intenta deslindarse. La CDMX, durante su gobierno, no es referente para nadie en prácticamente ninguno de los temas de seguridad, salud, educación o empleo, por mencionar algunos. Pero eso sí, es mimetización más acabada del tabasqueño: tono de voz, frases, conceptos, modos, gestos y un largo etcétera.
CORCHOLATA MARCELO
Marcelo Ebrard lo que más presume es su lealtad al presidente, porque ha sido el único sucesor. Está marcado por los signos dorados de la corrupción en la construcción de la línea 12 del metro de la cual, aunque quiera, no puede evadir su responsabilidad, que incluso lo llevo a autoexiliarse en Francia.
Orgulloso menciona la continuidad de los programas de López Obrador durante su gobierno y se reitera como la versión 2.0 de la Cuarta Transformación.
CORCHOLATA ADÁN
A Adán Augusto López, lo persigue la sombra y sospecha de sus vínculos con el crimen organizado, especialmente en lo que concierne al robo del huachicol y a la inclusión, en su gobierno, del CJNG, cuestiones que se hicieron públicas a través de Guacamaya Leaks y de las cuales, incluso López Obrador se ha negado a tocar.
En términos prácticos, ¿qué pueden aportar estos personajes para el bien de México, además de impunidad, complicidad, simulación y continuidad de un movimiento que no tiene nada de transformación?
Ante este panorama, he reiterado en distintos foros y espacios que la oposición si tiene una gran oportunidad de ganar la elección presidencial del 2024.
Las manifestaciones del 13 de noviembre y 26 de febrero son solo una muestra del anhelo de cambio de los mexicanos que están conscientes de las destrucciones institucionales de este gobierno, que se reflejan en el desastre en salud, seguridad, economía familiar y merma democrática.
Sin embargo y a pesar de que la lista para encabezar estos esfuerzos rebasa ya la decena, el mayor problema al que nos enfrentamos es la penosa espera de todos ellos, para que sus líderes partidistas los designen y, entonces sí, asuman el liderazgo que están dejando de construir.
Reconozco en la mayor parte de ellas y ellos capacidad, trayectoria y conocimiento técnico, pero vislumbro un enorme temor a someterse, para su postulación, al escrutinio democrático de los ciudadanos.
La legitimación de sus aspiraciones no se consigue sólo por mencionar en sus disertaciones o materiales audiovisuales difundidos en redes sociales, el tan llevado y traído discurso ciudadano. Es innegable que la confianza del electorado, tampoco se logra por una postulación producto de un acuerdo cupular entre las dirigencias partidistas que, por cierto, están profundamente cuestionadas.
Menos será posible consolidar una candidatura ganadora, con una apasionada arenga de exclusión, donde por un lado se reste importancia a los instrumentos democráticos y, por otro lado, el acercamiento sea sólo con las élites partidistas.
Sí no comprenden que para avanzar en una candidatura competitiva deben dar el primer paso, arriesgarse a tomar la calle, invertir sus recursos, buscar a propios y extraños, conformar sus estructuras -en las que estoy segura miles de voluntarios estarían dispuestos a participar si se les invita a un proyecto que genere esperanza y ánimo-, están jugando a perder, a menos que su propósito solo sea estar en el círculo de la negociación.
La política se hace desde lo local.
Están aún a tiempo de salir de su zona de confort y motivar a los mexicanos, desde Baja California hasta Yucatán, de apoyarse en los liderazgos municipales, estatales o regionales, que no necesariamente tienen cargos formales.