¿Conarte o sin arte?
Que sea hijo adoptivo de Nuevo León no me hace emprendedor.
Además no me trago el cuento de que todo lo regio es la mamada envuelta en huevo.
Pero aquí nos ha tocado sembrar desde 1973 y sería un mal agradecido si no reconozco que esta tierra es de oportunidades.
Cara y medio mocha, pero con unas montañas y un sol a la altura de José Alvarado y Alfonso Reyes.
¿Conarte o sin arte?
Pero no hablaremos de identidades sino de cultura, artes, políticas y dineros. Y de todo eso que se cocina en el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, Conarte.
Organismo descentralizado creado en la época de Sócrates Rizzo García para el manejo de la cultura estatal.
Y créanme, yo sé lo que les digo: de aquel tiempo a esta parte queda muy poco de la horizontalidad con que fue creado.
Estuve ahí cuando eso pasó. Participé en las mesas que lo conformaron, junto a pintores, músicos, bailarinas, promotores y escritores.
CONOZCO AL MONSTRUO
Fui dos veces representante de literatura y conozco las entrañas del monstruo que es ahora desde adentro y desde afuera.
En momentos distintos he sido fundador, representante de literatura, beneficiario, funcionario menor y jurado.
Hice mi tesis de maestría sobre las políticas culturales de Conarte.
Y aunque las cosas han cambiado para bien y para mal, algo sé del tema.
Lo único que conserva el Conarte de Alejandra Rangel, y que lo hace único en el país, es que los artistas (gremios), en asamblea, deciden quién los representa por dos años ante una especie de minicongreso en el que se opina y se orientan las políticas culturales de los gobiernos en turno.
Antes también se planeaba el qué hacer y cuánto dinero destinar a cada rubro.
Había un impacto cultural en las comunidades marginadas, se hacía investigación y las cosas se decidían mediante consenso.
Pero esos son otros tiempos.
FUERTES DECLARACIONES
Ahora vivimos en la era del Bronco. Y el que lleva el timón en Conarte es Ricardo Marcos González.
Llama la atención una nota de Reporte Índigo (febrero 4) en la que la repartición del presupuesto y el manejo de la lana a simple vista parece una mesa más chueca que las que hago yo en mis ratos de carpintero.
Resulta que de los 173 millones 921 mil 929 pesos correspondientes al presupuesto 2021 aprobado por el Congreso de Nuevo León, el presidente destina un nada desdeñable 52% al rubro “servicios personales.”
Esto es: 91 millones 083 mil 929 pesillos. El resto, 50 millones 838 mil pesos (29.2 por ciento) para programas y proyectos y 32 millones (18.4 por ciento) se irán en gastos operativos.
Fernando Galaviz, representante de literatura ante el organismo, pone el grito en la calle y señala que hay “opacidad” en los repartos del dinero y nulo beneficio ciudadano.
Pero las cosas no terminan ahí, dice además que no aparecen por ningún lado el Encuentro Internacional de Escritores, el Festival Internacional de Cine y el Festival de Expresiones Urbanas Callejeras.
Me gustaría saber qué dice el Presidente del Consejo a respecto
Lo que es visible a todas luces es que los productores artísticos, vulgo artistas (¿del verbo hartar?) hemos perdido fuerza ante Conarte, que se acabaron los tiempos del consenso y que el aparato estatal de promover la cultura amenaza en convertirse, con pasos de gigante, en una oficina de estímulos artísticos en vez de un soporte sólido de oferta cultural ciudadana, tan necesaria en tiempos de pandemia.
Y en todo momento. ¿Será que quien tome la batuta en el gobierno que sigue asumirá los retos de la cultura?
Ciudadanizar la cultura, es el reto...de Conarte.