Demos un salto del yo hacia el nosotros
Les platico:
No sé si le vaya a gustar a Alejandro que haga esto, pero como quién sabe dónde andará, ni cómo preguntarle.
El caso es que para la parte dos de mi encuentro con él, entre mis cosas etiquetadas con el SÍ del que les escribí en la 1a parte, me encontré los apuntes que tomé cuando me colé a una entrevista que David Gilmour dio tras un concierto de su Pink Floyd hace 17 años en el Royal Albert Hall, ya sin Roger Waters.
Por una razón que sólo los adoradores -como yo- de Gilmour van a captar, mis apuntes nada más contienen los párrafos que en seguida les platico:
“¿Dónde estabas tú cuando estaba quemado y destruido?
Mientras miraba los días pasar desde mi ventana. ¿Dónde estabas cuando estaba herido e indefenso?
Es que las cosas que dices y las cosas que haces me rodean y mientras tú te aferrabas a las palabras de alguien más -muriendo por creer lo que escuchabas- yo empezaba a ir directo al Sol, perdido en el pensamiento y en el tiempo, cuando las semillas de la vida y del cambio eran plantadas.”
(Y en ésta parte de mis apuntes, taché la alusión al Sol y sobre de ellas anoté en mayúsculas A LA LUNA, porque mientras Gilmour iba directo al Sol, yo iba derechito a mi madre la Luna).
Sigo con mis apuntes sobre lo que le escuché a Gilmour: “Afuera, la lluvia caía oscura y lenta, mientras reflexionaba en éste peligroso pero irresistible pasatiempo”.
(Y aquí otro apunte mío, también en mayúsculas: MIS AMADAS MONTAÑAS, porque ellas son ese peligroso e irresistible pasatiempo que me cargo).
“Tomé entonces un paseo celestial a través de nuestro silencio y supe que el momento había llegado para matar al pasado y volver a la vida. Supe entonces que la espera había comenzado y me dirigí directo al brillante Sol.” (Y de nuevo, A MI BRILLANTE LUNA).
Solución al enigma de estos apuntes: Mientras Gilmour respondía las preguntas de sus entrevistadores, lo único que mi corazón de mano izquierda anotó fue… la letra de su entrañable pieza “Coming back to life”.
Ahora sí, este es el colofón de mi encuentro con Jodorowsky:
“¿Qué sucede si la imagen que proyectas de tu ego no te gusta? En la mitología existe la búsqueda del tesoro, ese somos nosotros.
Todo lo que queremos buscar está en nosotros.
La vida es algo maravilloso, es amor, felicidad. No vivimos la vida
Vivimos en un yo artificial, creado por la familia, la sociedad y la cultura; nos enredan en esta cosa desde que nacemos, vivimos en un pequeño cuarto en medio de la inmensidad.
Lo que realmente somos es pura felicidad. Entonces hay que encontrarla en uno mismo.
Pero esto cuesta, hay qué hacer el trabajo.
Cuando uno mira algo que no nos gusta en uno mismo, es porque no hemos hecho bien el trabajo. Buda se fue a meditar debajo de un árbol y ahí vio llegar a millones de monstruos. El se quedó inmutable y dijo: eso no es para mí. Yo soy lo que estoy buscando, y esos no son yo. A mí no me impresionan.
Hay que tener la valentía de no impresionarse con lo que uno ve o cree.
El inconsciente es un degenerado polimorfo. Freud vio que eran puras cosas oscuras. Pero el inconsciente profundo es nuestro aliado.
Cuando entramos en lo que somos, podemos llegar a la felicidad. No hay otro camino.
Hay que darse cuenta de que no somos una isla. El yo no es una isla.
No somos un cuarto desprendido del resto de la casa. Somos un ser colectivo.
Debemos dar un salto del yo hacia el nosotros.
Cuando lo damos, se comienza a abrir nuestra vida.
Le preguntan a una persona, ¿cuál es tu finalidad en la vida? Y responde:
Amar, ser rico, comunicarme. Va a decir muchas cosas así.
Pero todas referentes a la persona misma.
El hombre individuo es mortal y la humanidad es inmortal.
Somos seres planetarios.
Somos una unidad, y la unidad-humanidad pretende llegar a una unidad planetaria cósmica.
Nosotros pretendemos poblar todo el universo, saberlo todo, vivir mucho más de lo que vivimos, porque es una miseria el tiempo que vivimos, debemos vivir tantos años como vive el universo.
Tú me podrás decir, Alejandro, eso es imposible. Sí, pero hay qué querer lo imposible.
Hay qué salir de este ombligo que es sagrado porque nos vincula a la madre, pero cuando no la tenemos, el ombligo es el ego, el yo.
Además, el ombligo tiene un fétido olor narcisista.
Dejar el ombligo es dejar a un lado el yo, el ego.
El arte entra en ese fétido olor narcisista: Admírenme, apláudanme, yo tengo pericias técnicas.
Debemos olvidarnos de eso, y saltar del yo al nosotros.
Estoy haciendo arte, ¿para qué? ¿Qué quiero? ¿De qué sirve que me aplaudan? ¿A mi edad? ¿A qué voy a un festival de cine? ¿A que me aplaudan? No, voy a difundir algo en lo que creo.
Veo una gran diferencia entre el cine y la poesía. La poesía es la búsqueda de la belleza.
El hombre no puede encontrar la verdad absoluta, porque es imposible llegar a ella. Pero puede encontrar el resplandor de la verdad en la belleza; es todo lo que nos queda.
¿Y qué es ésta belleza? Lo que es útil para el desarrollo de los valores humanos. Todo lo demás es desechable.
Hay qué hacer las cosas, aunque no resulten. La finalidad suprema es salvar a este planeta, lo estamos destrozando.
La gente que se llama normal, la mediocre, es la que está acabando con él, porque no cambia, porque sigue matando a personas y animales, contaminando, aniquilando al planeta.
Quien mantiene lo que tiene, quien no cambia, está destrozando al mundo.
Mientras no se solucione el desequilibrio económico, no se resolverá nada.
Mientras tanto, el ser humano se va depravando.
Somos esclavos endeudados en favor de unos pocos que tienen mucho y existen enormidades de gente que tienen muy poco.
Muchos que tienen poco y pocos que tienen mucho.
Esa es la gran paradoja del mundo actual.
Lo que das, te lo dan. Lo que no das, te lo quitan. No tienes que querer solo lo que sea para ti, hay que querer también lo que sea para los otros.
Cajón de sastre:
- Y a todo esto, ¿cómo vas con todo aquello que tienes etiquetado con un NO? ¿Lo seguirás conservando o vas a tirarlo? Bueno, ahí me avisas”, dice la irreverente de mi Gaby.
Rodrigo, Diego, Pita, Santiago; siempre en mi corazón…