Ebrard juega con Sansón a las patadas

Agustín Gutiérrez Canet DETONA hoy: El dimitente secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubon, pretende condicionar a Andrés Manuel López Obrador los tiempos y los términos de la sucesión presidencial.
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Es privilegio del Presidente determinar las formalidades, que de acuerdo con su personal criterio, debe cumplir el perfil del candidato ideal para enfrentar los problemas nacionales y asegurar la continuidad de su proyecto.

AMLO advirtió, en obvio mensaje, que no va a cometer el mismo error de Lázaro Cárdenas de nombrar sucesor a un moderado (Manuel Ávila Camacho), en lugar de a un radical (Francisco Múgica), a menos de que surja una grave crisis política o económica.

ERROR DE EBRARD, UN VULGAR AMBICIOSO

Grave error por parte de un político experimentado como lo es Ebrard, quien sabe que solo prevalece la decisión presidencial, mejor aún si está avalada por encuestas legítimas en favor de Claudia Sheinbaum a quien no ha podido alcanzar.

Ebrard, un vulgar ambicioso, está desesperado pues supone que 2024 es su última oportunidad y como no se ve favorecido se atreve a desafiar a su jefe, en una especie de harakiri político.

Ebrard le quiere torcer la mano al Presidente, a quien hasta ahora había obedecido hasta la ignominia con tal de resultar el favorito, pero al no lograrlo ahora le exige transparencia e igualdad en el proceso de selección de candidatos de Morena y reciprocidad con la peregrina idea de que se la debe cuando supuestamente le cedió el paso a AMLO en la candidatura presidencial del PRD en 2012.

Ebrard camina hacia el precipicio en el enfrentamiento con AMLO, cegado por su arrogancia, resentimiento, traición y chantaje.

Por su arrogancia se cree superior a su jefe, el político más astuto y carismático del país, alentado por su capacidad de crear problemas para luego resolverlos.

Está resentido al verse marginado en el perverso juego presidencial de las llamadas corcholatas que compiten entre sí para demostrar quién es el más leal.

Se irá como traidor a otro partido de oposición en contra de Morena diciendo que él continuará el proyecto de la llamada cuarta transformación, pero haciendo lo contrario.

En la campaña podría filtrar información dañina al presidente y a su familia, sembrando insidias y división.

Ebrard maneja la prensa pero se olvida que la candidatura no se gana en las columnas políticas.

El joven Ebrard soñó en ser presidente de México a como diera lugar.

No es hombre de ideales sino de ambiciones; le gusta ejercer el poder por el poder.

Así, brincó del PRI, al PCD, al Verde, al PRD, a MC, y ahora morenista de reciente ingreso.

Tardíamente se afilió a Morena en julio de 2022, tres años y medio después de ser miembro del gobierno de AMLO.

En cinco años de su autoexilio dorado en París, en el que tuvo que ver no sólo la corrupción de la Línea 12, se mantuvo lejano a la lucha de los militantes fundadores de Morena, mientras se partían la cara en las calles y plazas del país para lograr el cambio en el 2018.

Ebrard quiere aparecer como demócrata cuando pretende imponer sus propias reglas pasando por encima del partido y del presidente.

Ebrard juega con Sansón a las patadas.

Detonamos este artículo publicado en Milenio, con autorización de su autor.

Agustín Gutiérrez Canet

Periodista y Embajador de México en retiro. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Diplomático de carrera, representó a México como embajador en Rumania (2013-2016), en Finlandia, concurrente en Estonia (2008-2013) y en Irlanda (1995-1996). Fue cónsul general en Hong Kong y en Macao (1991-1995), ministro y jefe de cancillería en España (1989-1991), consejero en Italia (1985-1986) y representante alterno ante la FAO en Roma (1986-1987). En la Secretaría de Relaciones Exteriores fue director general de Comunicación Social (1982- 1985) y subdirector general de Prensa Extranjera (1980-1982). De 2003 a 2005 fue coordinador de Información Internacional en la Presidencia de la República y director del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana (1998-2002).