El hígado de Prometeo

Así que se renovó, un año más, el castigo eterno que recibe el pueblo mexicano.

Borrego dixit
Salvador Borrego, Ph. D.
La lucha por el poder, opus 3-48
IX-9-2022

Desde 1993 detecté las limitaciones de las encuestas; en el 97 publiqué el libro “Más allá de la encuesta política”; casi 30 años tratando de civilizar a la pinche clase política y la intelectualidad nacional, con magros, muy magros resultados. 

En días como hoy, cuando más intensamente se manifiesta la complejidad del fenómeno político y casi todos andan por anca la chingada, me invade un poco la frustración, sobre todo cuando mis amigos me envían encuestas o textos editoriales extraviados, solicitando mi opinión. 

Es un poco desesperante, porque considero que mi responsabilidad es hacer bien las cosas, y no andar explicando las pendejadas que hacen otros.

Sin más, los resultados de nuestro Monitoreo Nacional, y la valoración que desde España hace Adolfo González:

9 DE SEPTIEMBRE DE 2022
EL SEXTANTE
Por Adolfo González

“El primer deber de un hombre es pensar por sí mismo.” - José Martí
 
Para soportar un castigo eterno y sobrevivir debe tenerse sin duda un carácter titánico, casi sobrehumano. Cuenta la mitología griega que Prometeo, tras robar el fuego de los dioses, fue condenado a que su hígado fuera devorado cada día por un águila, atado en una montaña del Cáucaso.

Cada día su hígado se regeneraba para volver a ser comido por la rapaz.

Es de pensar que Prometeo gozaba de una asombrosa resiliencia, para aguantar tal suplicio sin morir de la propia desesperación. Toda mitología encierra una enseñanza, y la Historia nos muestra cómo hay pueblos que, a lo largo de los siglos, parecen destinados a sufrir escarmientos eternos sin desfallecer jamás. Pero también sin darles solución.

Todo esto viene al caso porque ya disponemos de los primeros datos de SABA Consultores después del IV Informe de Gobierno de López Obrador.

La pasada semana observábamos que la propaganda al respecto estaba dando muy magros frutos al Presidente, pero en esta ocasión sí que se observa recuperación, en particular en la aprobación, que llega a la advertencia favorable impulsada principalmente, una vez más, por quienes perciben ayudas sociales.

Es un resultado positivo para AMLO, pero sin que por ello deba repicar las campanas, habida cuenta del esfuerzo publicitario y retórico invertido.

De hecho, en el ajuste fino de la calificación, en absoluto llega a los niveles previos a su desgaste, y se observa una pronunciada advertencia negativa en el indicador de mejores políticos, que nos sirve para constatar el no muy boyante ánimo de sus más acérrimos seguidores, pues no deja de ser un medidor de alabanzas.

Y eso, decimos, que el esfuerzo ha sido ímprobo.

El despliegue de ampulosidad y elocuencia del Informe, con las naturales limitaciones del orador, que obligan a tenerle paciencia, fue más que importante. Tal vez sus partidarios se encandilaran por el mensaje central que afirmó haber aminorado la desigualdad y la pobreza. Pero más allá de las pésimas cifras macroeconómicas, que el mandatario despreció, lo cierto es que, si algo hay, es pan para hoy y hambre para mañana, que es el resultado seguro de una política que se basa, para mitigar la pobreza, en parches y subsidios.

A no ser que el objetivo sea la “justa medianía” que también pregonó.

Para quien no lo sepa, la RAE nos proporciona cuatro sinónimos de medianía: mediocridad, vulgaridad, chabacanería y adocenamiento.

No está mal como objetivo Insistió en que lo importante es lo cualitativo, no lo cuantitativo, al modo de las “recompensas morales” que propugnaba el Che Guevara. Cuando sus hijos no tengan qué cenar, denles una buena recompensa moral. Eso sin entrar en la parte cínica o en el mejor caso, absurda: afirmar, tras las demostraciones de fuerza del narco, y en el peor año conocido para la prensa, que disminuyó la violencia y se garantiza la libertad de expresión, es de juzgado de guardia.

Así que se renovó, un año más, el castigo eterno que recibe el pueblo mexicano.

Desde luego, empezó bastante antes de 2018, que es lo que le dirán quienes todo lo explican con el “esto siempre pasó”.

Los mexicanos osaron intentar robar el fuego de los poderosos con su Revolución, hace ya más de 100 años, y aquellos los castigaron, primero institucionalizando lo que por definición no se puede institucionalizar. En ese entramado cupo todo, desde el nacionalismo populista de Cárdenas hasta el neoliberalismo de Salinas. Luego vino el PAN. Y ahora esta suerte de repetición de la historia, ahora como farsa.

Prometeo tuvo un final feliz y fue perdonado por Zeus. Pero para ello tuvo hasta que profetizar.

¿Qué tendrá que hacer el pueblo mexicano para librarse de estas lacras antes de que se le coman el hígado?.
Adolfo González

Analista político, historiador y diplomado en Ciencias Sociales y Jurídicas por la UJA. Ha desarrollado actividades empresariales en los ámbitos de la formación y la consultoría legal. Ha publicado colaboraciones en numerosos medios escritos y digitales. Actualmente reside en su país, España, y es especialista en el análisis e interpretación de la Metodología de SABA Consultores para la medición de la opinión pública, única en el mundo.