Vivimos la rebelión de los pendejos
Borrego dixit
Salvador Borrego, Ph. D.
La lucha por el poder, opus 2-259
30-1-2022
Desde hace tiempo (casi 20 años), advertí que vivíamos la “rebelión de los pendejos”; dejaron de sentirse intimidados por el conocimiento generado por el estudio o la experiencia, y se te ponían al pedo defendiendo absurdos, con un convencimiento digno de mejor causa.
Decían por ejemplo, allá por el 2000, que la sola alternancia en el poder nos conduciría a un mayor desarrollo económico y social.
Eran gente de el Colegio de México y de otros centros de educación de excelencia, nuestra pléyade intelectual. Ya lo saben, mi pasión es coleccionar pendejadas de gente muy inteligente. Las pendejadas de los pendejos pierden valor por su abundancia.
Luego vino la combinación fatal: la pendejez participativa con la democracia. El resultado inevitable: que más pendejos y cada vez más pendejos, accedieran al poder.
Llegamos entonces a la Rebelión Triunfante de la pendejos, otro concepto que ustedes, amigos nacidos del 2030 en adelante (es para ustedes que escribo), entenderán cabalmente, por tener ya a la vista las consecuencias de esta desgracia histórica.
Pues bien, mis primitivas observaciones sobre la pendejez y sus avances, resulta que coinciden con los avances científicos en el estudio de la inteligencia humana. En su libro “La fábrica de cretinos digitales. El peligro de las pantallas para nuestros hijos”, Michel Desmurget nos informa que se ha revertido el IQ en las jóvenes generaciones. Hay estudios que indican que se han perdido 7 puntos en la escala de Raven, lo cual es una barbaridad por dos razones:
- La desviación estándar de las mediciones del IQ, ronda los 14 puntos. Moverse media desviación estándard hacia abajo significa no solo más pendejos (cretinos para los finitos), sino también menos inteligentes, en un porcentaje significativo.
- Porque este triste resultado revierte los innegables avances logrados durante el siglo XX. Pues de acuerdo con James Flynn, la loba chichona en la medición de la inteligencia generacional, durante el siglo pasado cada diez años se incrementaba la inteligencia del mundo en dos o tres puntos en la escala de Raven.
Debe ser muy triste ser cada vez más pendejo, y quizá más triste no darse cuenta, o peor aún, ser un pendejo sintiéndose inteligente.
Ante esto, ayer no pude evitar buscar en You Tube una película antigua, que vi hace más de 50 años en el cine Encanto, como una actividad organizada por mí muy querido profesor de psicología infantil, Ismael Vidales. La película se llama “Charly”, y trata de un hombre con retraso mental, que se somete a una operación que le permite desarrollar su inteligencia a un extremo tal, que es él mismo quien descubre que los resultados de la operación serán inevitablemente revertidos. Que le esperaba su condición original.
El drama de Charly, de apreciar el bien de la ciencia, de las bendiciones del conocimiento verdadero (hay conocimiento falso, la ciencia es el cedazo), de tener clara conciencia de perder el pleno disfrute de la vida que nos brinda la ciencia, es un drama terrible. El drama que hoy vive el Mundo, es el drama de Charly.