Hijos y nietos de los empresarios de antes:
Perdonarán los críticos de los grandes empresarios- no creo que alguien critique al empresario que apenas puede salir adelante con su pequeña empresa- que salga en defensa de su postura.
Yo viví una época de enormes retos para los líderes empresariales, cuando era difícil hablar claro y fuerte en contra de las políticas de gobiernos incapaces de entender el enorme esfuerzo que implica mantener una fuente de trabajo para miles de personas, dar buenas cuentas a sus accionistas y proveedores y al mismo tiempo satisfacer a sus clientes, pues si no lo hacían, perdían mercado.
Siempre había ataques velados a través de Hacienda, auditorías ejecutadas con saña para buscar el mínimo error y con eso intentar callar a los opositores.
Fueron muchos años de batallar en favor de la democracia, de la economía de mercado con responsabilidad social, de impulsar el Estado de Derecho.
Gracias a esos valientes empresarios y a muchos ciudadanos más, se dieron los primeros pasos para una sana competencia electoral, para introducir al país en los mercados internacionales, para iniciar un cambio en el poder judicial hacia la verdadera justicia.
Los herederos de los grandes capitanes de la industria, el comercio y el turismo saben bien esa historia.
Si ahora no toman las mismas actitudes de sus padres y abuelos, será porque las circunstancias son diferentes.
Y lo son, porque ahora se puede echar fuera del gobierno a los ineptos y sectarios mediante las urnas.
NO SE ACOBARDEN
No se trata de acobardarse, sino de comprometerse a defender lo que ya se ha logrado.
Ahí está la oportunidad de cambiar el errático rumbo de la 4T.
En lugar de enfrentar al poder político arriesgando a sus empresas, los empresarios pueden hacer lo que se aprende en la defensa personal, aprovechar el impulso del enemigo para vencerlo.
Lo que no se vale es desentenderse o solapar a quienes van en contra de los ideales empresariales.