Identidad y cultura mexicana. Virreinato y mestizaje
En la exposición sobre Miguel Cabrera, pintor novohispano, del Museo de América en Madrid, destacan cuatro de los ocho óleos que posee el Museo de las “pinturas de castas” o de “mestizaje”.
El catálogo incluye un gran artículo de Sergio Coca Crespo sobre ellas al que titula: “Nuevos nombres para nombrar nuevas generaciones”, citando al Inca Garcilaso de la Vega.
Dice el autor que la pintura de castas fue autóctona y destacó particularmente en México.
La serie de Miguel Cabrera, integrada por 15 óleos, fue pintada en 1763, en la etapa de madurez en su carrera y es, a mi parecer, de una gran belleza, por su detalle, y riqueza de colores.
Cada cuadro tiene un valor estético propio, pero se aprecian también con un enfoque unitario, difícil de alcanzar, ya que los 15 cuadros están dispersos:
- Ocho en el Museo de América.
- Cinco en el Museo de Historia Mexicana de Monterrey.
- Uno en el Museo de Los Ángeles, y
- Dos en colecciones privadas desconocidas.
La pintura de castas fue un género autónomo, propio del arte virreinal, que predominó durante el siglo XVIII y desapareció tras las reformas borbónicas y la independencia de las naciones iberoamericanas.
Según Coca, el origen del género se ubica en 1710 cuando el virrey Duque de Linares encargó una serie de “diseños” o pinturas que “mostraran las uniones mestizas típicas entre los habitantes de la Nueva España” para enviarla a la Corte de España.
Escribe que, en una primera etapa, de 1710 a 1760 reflejaron el sentimiento criollo, de “orgullo por la riqueza, diversidad, originalidad, abundancia y laboriosidad de las gentes del Virreinato”.
Tras las reformas borbónicas reflejaron crecientemente las barreras sociales entre los grupos étnicos y el color de la piel, ante la centralización del poder.
Coca cita los estudios más destacados dedicados al género, como los de Katzew y García Saiz, así como el de Pilar Gonzalbo y Solange Alberro sobre La sociedad mexicana.
Estereotipos y realidades, que se refiere a la “trampa de las castas”.
La sociedad novohispana era tan rica en el mestizaje entre diversas razas que hubo el imperativo de “ordenar” y tener un léxico para esa riqueza:
- Indio.
- Mestizo.
- Castizo.
- Zambo.
- Mulato.
- Albino.
- Coyote.
- Saltapatrás.
Se les conocía también como calidades y de acuerdo con ellas podía variar su situación jurídica y privilegios, por lo que las personas se adscribían a varias de ellas según sus necesidades, con lo que hoy llamaríamos una “identidad múltiple o fluida”.
Estas pinturas que incluían normalmente a tres o cuatro personas, los padres y los hijos, reflejaban también las profesiones, frutas y verduras, textiles, vestuario.
Coca lo llama un “ecosistema” material, profesional y doméstico de la Nueva España.