La Clínica “San Rafael”
La llamada Clínica “San Rafael” era un hospital psiquiátrico muy profesional y reconocido, localizado en la zona de Tlalpan de la Ciudad de México, y que contaba con alojamiento para pacientes.
Inicio el presente ensayo con un chiste clásico, pero con un gran contenido filosófico y reflexivo:
A un señor se le poncha una de las llantas de su automóvil afuera de un manicomio, toma el gato hidráulico de la cajuela, y lo coloca debajo del coche para elevarlo, acto seguido intenta aflojar las tuercas de la llanta ponchada, y no lo logra.
Se asoma un paciente del manicomio por una de las ventanas y le alcanza a decir:
- Primero baje el coche al nivel del suelo y después afloje las tuercas con la llave.
El señor, dueño del automóvil pensó: -No voy a hacerle caso a este loco
E intentó seguir aflojando las tuercas sin lograrlo; el paciente le volvió a decir:
- Baje el coche y afloje las tuercas estando abajo.
Finalmente, el señor bajó el coche al liberar el gato hidráulico, y en efecto, pudo aflojar las tuercas de la llanta ponchada con la llave, después lo subió, y cambió la llanta por la de refacción.
Antes de irse le preguntó muy inocentemente al paciente:
- Perdón, pero, ¿qué haces ahí encerrado?
Y el paciente le contestó:
- Estoy aquí por loco, no por tonto.
En la Clínica “San Rafael” yo cursé la materia de psiquiatría clínica en el año 1994, como parte de mi formación médica en la Universidad La Salle.
Fue un curso muy interesante, entre muchas anécdotas porque los pacientes internos tenían un equipo de fútbol y los estudiantes de La Salle jugábamos contra ellos en la cancha de la misma clínica, y nos ganaban.
Recuerdo a una paciente que bailaba Charleston, profesionalmente, y a varios pacientes que jugaban ajedrez y nos invitaban a los alumnos de medicina a jugar contra ellos, también siempre ganaban.
El titular de la materia y director de la Clínica “San Rafael”, el Doctor Calderón, era un experto en diagnosticar depresión, inclusive lo hacía por medio de un cuestionario que él desarrolló.
Unos años después, la Clínica “San Rafael” cerró sus puertas, al parecer por problemas administrativos, económicos, y/o sexenales, pero sería grandioso que en la actualidad algún personaje con verdadera visión empresarial y humanitaria fundara otra clínica similar.
Lo único que necesitaría sería un espacio con cuartos, consultorios, un patio, una cancha de fútbol, y buenos médicos y personal de enfermería.