Mágico venado de versos y verónicas

• Allí, entre páginas y palabras,
• presentaré el poemario Amores y Desamores
• del maestro Renee Rivera,
• un hombre de danza y poesía,
• un titán que en mis días de ballet
• también fue mi maestro.

• Con su porte imponente
• y su historia labrada en el arte,
• Renee fue la voz de México en el mundo,
• brilló en Francia,
• y sobre aquel escenario universal,
• salió victorioso con su danza sagrada,
• la que pocos pueden nombrar
• y solo él supo encarnar:
• el baile del venado.

• Como un hombre medieval,
• ha cruzado todas las fronteras del arte,
• ha sido poeta de la décima,
• arquitecto del verso alejandrino,
• tejedor de sonetos,
• mago de la palabra y el movimiento,
• un alquimista de la emoción
• que transforma el ritmo en eternidad.

• Hace años, mi padre, Don Chucho,
• gran taurófilo y guardián de secretos,
• me confesó una verdad
• que solo los ojos sabios pueden ver:

• “Si crees que el torero solo conjuga
• violencia, valor y pasión…
• Si crees que en su arte milenario
• habita el pecado de la muerte…
• Mira más allá de la sangre y la arena,
• y verás en cada paso sobriedad y armonía,
• elegancia y proporción.
• El torero no solo enfrenta a la bestia,
• sino que dibuja el tiempo en el aire.”

• Las verónicas que surcan la plaza,
• los trazos en el viento,
• el desdén suspendido en la historia,
• todo ello no es solo instinto y coraje.

• “Para que el capote hable,”
• decía mi padre,
• “para que la bravura se convierta en arte,
• ha debido existir un maestro del valor
• y un maestro del ballet.
• Porque el toreo, como la danza,
• es la conversión de la brutalidad en belleza.”

• Y ese maestro fue Renee Rivera,
• quien enseñó a los grandes del ruedo
• a no solo ser valientes,
• sino a dejar su huella en la historia,
• a llevar el arte en cada movimiento.

• Manolo Martínez, Curro Rivera,
• José Ignacio Uceda Leal…
• toreros de leyenda,
• aprendieron bajo su mirada
• que la arena también puede ser un escenario,
• que el ruedo es un concierto,
• que la tauromaquia, en sus manos,
• se convirtió en un ballet.

• Hace más de veinte años,
• mi padre, con su pluma sabia,
• escribió su poema:

“Manolo ballet - Manolo concierto - Manolo torero”,

• y quienes lo leyeron
• comprendieron al fin
• que en la sombra del toreo
• se oculta la enseñanza de un hombre
• que convirtió la lucha en danza,
• el sacrificio en arte,
• y la muerte en eternidad.