Privilegia Thiago Soarez a su cuerpo de ballet
Les platico:
“Pero si no soy más que un humilde diletante aficionado al ballet”, le dije a Gretchen Backhoff, Consejera Fundadora de esta agrupación.
“Thiago quiere que vayas”, insistió y ahí me tienen, sentado en primera fila del salón de ensayos del Ballet de Monterrey en la señorial Colonia Obispado, al lado de la también hermosa Escuela Superior de Música y Danza, que antes llevaba el nombre de Carmen Romano de López Portillo.
A mi lado Gretchen y Thiago, que me anticipó al recibirme:
“Espero que no haya cortes para que lo veas lo más fluido que sea posible”.
Y así resultó: fluidito como si fuera la presentación ante la audiencia.
Acompañados por excelsa pianista, los más de 40 bailarines desplegaron todo su arte, toda su entrega hacia una de las manifestaciones que de tan reales, se vuelven etéreas: el ballet clásico.
Mexicanos, cubanos, argentinos y de otras nacionalidades, conforman un ensamble que despliega preparación, estudio, condición física y mental, oficio, disposición, entrenamiento arduo, destreza, empuje, arrojo, amor al arte y una altísima dosis de disciplina, la que el ballet clásico exige a sus ejecutantes.
Y bajo la batuta de Thiago -quien fuera primer bailarín de las más prestigiadas compañías de ballet en el mundo- el resultado DETONA ante los ojos, ante los sentidos todos, de quienes tenemos la fortuna de estar ahí, cerca de ellos.
HOMENAJE AL CUERPO DE BALLET
En mi plática previa con el maestro brasileño me dijo que esta versión suya del “Lago…” es una especie de homenaje, de reconocimiento, al trabajo del cuerpo del ballet.
Las primeras y los primeros bailarines protagónicos de cualquier pieza, habitualmente se llevan todos los créditos, pero lo que me toco ver en esta puesta en escena es eso, un homenaje, un reconocimiento, un tributo a la ejecución de cada uno de quienes conforman el cuerpo del ballet.
De la mano de Thiago brotan, DETONAN sus habilidades y compiten con los protagonistas al momento de los aplausos.
Me encantó eso.
Así se lo dije a Gretchen, a Thiago y a cuanto bailarín me topé durante las casi dos horas de este ensayo al que fui invitado.
Con mi inseparable Gaby -la irreverente- me apresto hoy a disfrutar de la función de estreno de esta maravillosa obra del célebre coreógrafo francés Marius Petipa y de la ensoñadora música de Tchaikovsky.
Mi pretensión con este artículo no llega más allá de provocar a mis lectores para que viven en estas bárbaras y sedientas tierras del norte, a que aprovechen esta oportunidad para dejar en casa o en la calle las tribulaciones de tanta bronca como la hay en este país vapuleado por un gobierno que pierde cada vez más el rumbo.
Perdón, me dejé llevar por los habituales temas que suelo tocar en mis columnas.
ASÍ QUE YA SABEN…
Vayan hoy viernes 20 a la función de las 20:00 horas y si no alcanzan boletos, el sábado 21 y domingo 22 de este fin de semana habrá cuatro más, a las 16:00 y a las 20:00 horas.
Nos conviene ir porque eventos como éstos son bocanadas de oxígeno que renuevan nuestra fe en el poder del arte, en la cultura y en todo lo que podemos lograr cultivando gustos como éstos.
CAJÓN DE SASTRE
“¡Bravo!, me gusta leerte en temas como éste. No todo en la vida es política y cosas peores relacionadas con eso. Oj-Alá (quiera Dios) que no olvidemos de poner en práctica nuestros sentimientos y sentidos, de darles alimento y sustento con manifestaciones artísticas como las que llevan a escena todos quienes conforman al Ballet de Monterrey. Y espero que también los mecenas del arte apoyen a este grandísimo esfuerzo que un puñado de entusiastas se ha echado a cuestas para darle un nuevo lustro al vapuleado prestigio de nuestra Ciudad. Además, ¿qué mejor manera que ésta de retribuirle a México lo que México les ha dado a las empresas de sus abuelos, de sus padres, de ellos mismos, de sus hijos y sus nietos. Bueno, hay otras formas en que también pueden hacerlo: contribuyendo con PATRIOTISMO al PERIODISMO que DETONA representa en estos aciagos y amenazantes tiempos que nos toca vivir," dice la irreverente de mi Gaby.