Rosa Icela, una creyente en Roma
Hace apenas tres semanas se dijo aquí que algo parecía estar cambiando en México.
Algo que habría trozado la corteza de la tragedia de los desaparecidos.
Y que el cambio había comenzado por el reconocimiento franco de la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, de la deuda del gobierno en ello.
Sonaba una musicalidad prometedora, femenina.
Tres semanas después, representando al gobierno mexicano, Rosa Icela llevó ese espíritu al funeral del papa Francisco en Roma.
Discreta, sabedora de que había un debate por la no presencia de la presidenta Sheinbaum en las exequias, y comprendiendo en dónde estaba, dejó un mensaje pulcro:
Creo que fue un acierto enviarla y no a otro.
Rosa Icela es creyente, no lo esconde.
Lo supe una madrugada de diciembre de 2022, cinco horas después de que me trataran de matar.
Me llamó para garantizarme varias cosas y para decirme que había rezado por mí.
Una conversación sentida, profunda, de 13 minutos.
La secretaria de Seguridad del agresivo López Obrador fue amable, fraterna, cristiana en un sentido amplio.