El AIFA debería convertirse en una aerotrópolis contra la pobreza
Hace más de dos años leí un artículo interesante en el sitio de internet Airport Technology.
Adele Berti se preguntaba: ¿Pueden los aeropuertos ayudar a sacar a las comunidades de la pobreza?
La autora decía que la creciente presión pública está impulsando al sector de la aviación a contribuir con el esfuerzo de acabar con la pobreza e impulsar las oportunidades comerciales en los países emergentes donde operan.
Ya sea directa o indirectamente, las industrias de la aviación y la infraestructura aeroportuaria han aceptado el desafío y están buscando formas de ayudar a quienes viven por debajo de la línea de pobreza.
Los aeropuertos siempre son importantes para un país.
En todo el mundo emplean directamente a más de diez millones de personas. La aviación ha brindado oportunidades de crecimiento a todo tipo de comunidades.
Lo más obvio es decir que los aeropuertos promueven el crecimiento del turismo y las relaciones comerciales nacionales e internacionales de un país. También es obvio decir que los aeropuertos sirvan a los que pueden volar frecuentemente, que son los más ricos de cualquier sociedad.
Pero, ¿impulsan los aeropuertos el crecimiento sostenible? ¿Cuál es la huella de carbono de volar? ¿Ayudan los aeropuertos a combatir la pobreza?
La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) audazmente considera que “los vuelos internacionales sacan a las comunidades de la pobreza”. ¿Será?
El artículo de Berti cita a Haldane Dodd, director de comunicación del Air Transport Action Group, una organización sin fines de lucro que representa a todos los sectores de la aviación.
Argumenta que el impacto positivo de la industria va mucho más allá de servir solamente a los ricos.
Al emplear directamente a más de diez millones de personas en todo el mundo y respaldar a otros 55 millones de puestos de trabajo entre la cadena de suministro y el turismo, Dodd explica que la aviación ha brindado oportunidades de crecimiento a todo tipo de comunidades, tanto locales como viajeros.
“La reducción de las tarifas aéreas en un 70% desde la década de 1970 significa que los beneficios de los viajes aéreos están disponibles para más personas hoy que nunca, probablemente una de las democratizaciones más rápidas en cualquier forma de movilidad”, dice Dodd.
Indirectamente, la aviación y los aeropuertos tienen el potencial de impulsar a las comunidades subdesarrolladas en el lugar en donde se encuentran.
Como dice Dodd, “la reducción de la pobreza es un tema transversal y el sector de la aviación tiene un papel muy importante que desempeñar en el apoyo a las ciudades, la infraestructura y el crecimiento económico”.
La OACI está convencida de que muchos países en desarrollo le deben a la aviación gran parte de sus ingresos. Es el caso de los países del Caribe.
El artículo de Adele Berti también cita a la directora general de ACI World, Angela Gitten: “los países en desarrollo dependen enormemente del comercio y el turismo, lo que se ve facilitado por la presencia de aeropuertos para conectarlos con el mundo”.
Los expertos dicen que los aeropuertos, en particular, están emprendiendo gradualmente proyectos que atienden a las principales fuentes de ingresos de sus comunidades.
En el artículo la autora cita el caso del Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre en Quito, Ecuador, y su programa Nuestra Huerta que apuesta por integrar a los pequeños productores agrícolas y apoyar la comercialización interna en la comunidad.
Sus proyectos también incluyen capacitación para procedimientos de prácticas agrícolas y de fabricación, seguridad industrial, responsabilidad social, espíritu empresarial e innovación.
Berti también describe el caso de Kenia, donde la horticultura es el sector de más rápido crecimiento y ocupa el tercer lugar después del turismo y el té como generador de divisas.
La industria de las flores genera más de 100,000 puestos de trabajo, generando anualmente cerca de 1,000 millones de dólares en divisas.
“Más del 90% de los productos hortofrutícolas frescos se transportan por vía aérea. Las flores recogidas en Kenia por la mañana pueden llegar a los mercados de Ámsterdam por la tarde”.
Ahí está muy clara la ventaja de tener un aeropuerto internacional cerca de una comunidad.
Después de ver todos estos ejemplos, no podemos desear más que crezcan fortalecidas las comunidades que se encuentran alrededor del AIFA.
Queda un largo camino entre echar a andar el nuevo aeropuerto y apoyar directa e indirectamente los mercados locales para acabar con la pobreza.
Comprometida con los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, la OACI participa en una serie de iniciativas destinadas a apoyar la reducción de la pobreza. México debería aprovechar todo esto.
La OACI tiene un Plan Global de Transporte Aéreo que ayudará a la agencia a fomentar la construcción de un sistema de aviación civil económicamente viable y facilitar a los países miembros el acceso a recursos financieros destinados a proyectos de conectividad e infraestructura.
Si se logra que la demanda de viajes aéreos crezca rápidamente, el gobierno de México podría beneficiar a muchas comunidades cercanas al nuevo aeropuerto.
Incluso, si lo hace bien, podría ser el prototipo del concepto de “ciudades aeropuerto” o “aerotrópolis”. Las oportunidades comerciales para esas comunidades no tendrían precedente.
Un aeropuerto internacional moderno como el AIFA no es sólo un proveedor de infraestructura más.
Bien manejado, podría convertirse en una empresa rentable y socialmente responsable que produciría un desarrollo comercial considerable.
Pensemos que los estados y municipios que rodean un nuevo aeropuerto podrían convertirse en un punto focal para una gran variedad de actividades productivas que crecerían en la medida que aprovechen la conectividad de larga distancia.
Pero para eso se requiere visión y planeación. En el artículo de Adele Berti se cuenta el caso de Sudáfrica, en donde, en 2017, se aprobaron planes muy bien hechos para ofrecer un nuevo concepto aeroportuario, donde la ciudad de Ekurhulen acordó un plan maestro de aerotrópolis a 30 años y con una inversión de 8,100 millones de rand al año, alrededor del aeropuerto internacional OR Tambo de Johannesburgo.
El plan hace todo un rediseño de la infraestructura y la economía de la ciudad para que se centre en un aeropuerto importante.
“El objetivo de la aerotrópolis es diversificar la economía de Ekurhuleni y reposicionarla como un destino ideal para el comercio, la inversión y el turismo”, dice Angela Gitten.
Un centro clave de movimientos de carga aérea en Sudáfrica, el aeropuerto atiende alrededor de 19 millones de pasajeros por año. La aerotrópolis se construirá en un radio de 30 km y permitirá la creación de centros económicos dirigidos a diferentes sectores.
Según Gittens, estos incluyen comercio minorista, aeroespacial, fabricación avanzada, logística y distribución, investigación y desarrollo, salud y ciencias de la vida, como parte de un movimiento que en última instancia podría reducir las tasas de desempleo en la ciudad y la región.
El nuevo AIFA debería convertirse en una verdadera aerotrópolis mexicana, una subregión metropolitana cuya infraestructura, uso del suelo y economía se centran en el nuevo aeropuerto.
La aerotrópolis moderna consta de la infraestructura aeronáutica, logística y comercial del aeropuerto, que forma una ciudad aeroportuaria multimodal y multifuncional, corredores periféricos y grupos de empresas, universidades, centros de investigación y desarrollos residenciales asociados que se fortalecen entre sí, por su accesibilidad al aeropuerto.