La amistad honesta: Cuando decirte la verdad es un acto de amor
Pero seamos honestos:
Los amigos de verdad no son los que siempre te dicen lo que quieres escuchar, sino los que te dicen lo que necesitas escuchar.
La verdadera amistad no es un espejo que solo refleja lo bonito; es un faro que ilumina lo que no quieres ver.
Es el compa que te dice que estás actuando como un idiota cuando lo estás haciendo, el que te pone un alto cuando estás a punto de tomar una decisión estúpida e irracional, el que no te endulza la verdad con un "todo va a estar bien" si sabe que te estás tropezando con la misma piedra una y otra vez.
Porque te quiere.
Porque le importas (El clásico, amiga date cuenta).
Porque su amistad no es superficial, sino comprometida con tu evolución y felicidad.
Hoy es 14 de febrero, y entre toda la cursilería del día, vale la pena recordar que el amor también se manifiesta en la forma de una conversación incómoda.
Un "te quiero tanto que no voy a dejar que sigas en esta mentira", un "me duele decirte esto, pero necesitas escucharlo".
La amistad real es una inversión, empatía y amor en el otro, no un servicio de autoayuda gratuito.
No es complacencia, es exigencia con empatía.
Y hablando de exigencias, hay una línea de un pensamiento reflexivo que me parece aplicable a cualquiera, no importa la circunstancia:
“No tiene nada de malo esperar progresos de mí mismo, buenas cosas de la vida o buen trato por parte de otra gente. Lo malo está en dejar que mis esperanzas se conviertan en exigencias.”
- ¿Esperamos demasiado de nuestros amigos?
- ¿Esperamos que nos sigan la corriente sin pensarlo?
- ¿Que nos apoyen en todo, incluso en nuestras tonterías?
Tal vez sea momento de replantearnos qué tipo de amistades queremos.
Porque un buen amigo no es el que te sigue la corriente, sino el que te ayuda a salir de ella.
Así que celebremos la amistad de verdad:
la que incomoda, la que reta, la que nos hace mejores.
Si tienes un amigo así, agradéceselo.
Si no, busca uno.
O mejor aún, conviértete en uno.