La poesía en su tinta
Que la poesía tenga un día para dar de qué hablar y manifestarse no me parece mala idea; aunque como el amor, la amistad, la madre, la mujer y el libro, debería ser un motivo de celebración cotidiana.
Los poetas son otra cosa. Los hay malditos, crecidos, mustios, alineados, rebeldes, secos como momias, alejandrinos, fríos, falsamente optimistas, amargados a más no poder, gruñones, azucarados, empáticos, solidarios, transformers, exquisitos, gandallas, chingaquedito, con la música por dentro, tóxicos, herméticos. Grandilocuentes, armados de futuro, pluscuamperfectos, anochecidos, torcidos, semidioses, nubes en pantalones, quejumbrosos, poderosos, lunáticos, rústicos, díscolos, borrachos, oximorónicos, poetosos. Debrayados, kármicos, telúricos, lluviosos, panchosos, celebérrimos, amorosos, cálidos.
La poesía es otra cosa. Una cifra incierta. Un ademán. Un desierto. Un mar de lugares comunes. Un río de nombres propios. Una laguna de ripios. Un pozo de alacranes. Un jardín de plantas carnívoras. Un nido de víboras. Casa de los deseos. Tierra baldía. Utopía alzada en almas.
El último poeta de masas murió con Jaime Sabines. Antes lo fue Amado Nervo.
En aquellos tiempos la poesía adornaba las tertulias y ser declamador sin maestro y bardo de cantina no era mal visto.
En la primaria nos ponían a leer “En Paz”.
Y Nervo se retorcía en su tumba de lo mal que lo hacíamos.
ACUÑA MURIÓ DE HAMBRE
El saltillense Manuel Acuña, autor del “Nocturno a Rosario”, murió de hambre. Ahora un par de premios de 50 mil dólares cada uno, lo encumbran.
La poesía es un mal necesario. Una medicina que no cura nada. Pero está ahí, como un animal agazapado entre la cabeza y el corazón para saltar sobre su presa: la humanidad, las cosas, el tiempo, la felicidad, la dicha, la desdicha, la tragedia, la cólera, las estaciones, el viento, las cenizas.
“Las palabras caen/ por la boca de la noche/ Se van volviendo/ astros de coral/ Van trazando sus ecos/ entre lirios y nenúfares”, dice la poeta mexicana Elsa Cross.
“La joven domadora de relámpagos…”, dice Octavio Paz.
“Con las balas que me disparan/ construyo un árbol de pólvora”, digo yo.
SIMIC Y SUS POEMAS HOY 5PM EN UANLeeR
“Mi mujer es un helecho salvaje de hojas voluptuosamente temblorosas”, dice Charles Simic, poeta de alto voltaje que justamente hoy (17:00 horas) leerá sus poemas en Uanleer 2021 de la UANL.
La poesía es una palabra demasiado grande en nuestros tiempos. Y como dice el poeta venezolano Rafael Cadenas, “llamarse poeta, es demasiado.” En mi caso soy un aprendiz de poeta que hace versos. Un campesino. Un aprendiz de todo, incluso de la vida.
Sigo pensando que el poema es un tigre y un cronopio. El disparo, la herida y el que todo lo cura. Campo de girasoles en el laboratorio del tiempo.
PREGUNTA DEL EDITOR: Mago, ¿tu alusión al "cronopio" se refiere a mi idolatrado Cortázar? Y de ser así, ¿y los "famas"?