Los margaritos

Ilustres pendejadas. ¡De haber sabido que existía Joan Margarit! 

El nombre es lo de menos. Confieso que los primeros escritos los firmaba como Allan Margoth. Obvi: por Édgar Allan Poe y porque pensaba que si acortaba el Margarito y le ponía una h ganaba en caché. Ilustres pendejadas. ¡De haber sabido que existía Joan Margarit! 

Ah, pero había un poeta de Chamacuero de Comonfort que no se llamaba así, pero que escribió un libro como Margarito Ledesma.

Y así me decía Humberto Salazar cuando éramos estudiantes y nos emborrachábamos y hacíamos antologías de poetas. 

PFFF, EL NOMBRE ES LO DE MENOS

Las fechas también cuentan. Para cuestiones legales nací el 10 de junio. Pero como mi madre siempre me celebraba el 7 de abril, y si ella dice que nací ese día, ¿a quién le voy a hacer caso?  

Mi madre eligió ese nombre. Quizá porque mi padre se llamaba Florencio y la margarita es una flor colorida y luminosa, qué sé yo. A su vez ella ha sido Elisa, Isabel, María Isabel, Elizabeth y Alicia, tiene una acta corregida que valida todos esos nombres, que figuran en las actas de nacimiento de sus nueve hijos de manera distinta. 

Mi madre decía que nací el 7 de abril. Pero que me registraron meses después con otra fecha para evitar la multa. Te registraban con el primer fulano que fuera a Ciudad del Maíz.

En mi caso se me hace que el fulano dio el primer nombre que se les vino a la cabeza. 

YO SOY EL MAGO

Para la familia soy Mago. Un mago que no hace magia, por cierto. Un falso mago. Mago era para mi madre hasta la tercera llamada para comer. En la siguiente era Márgaro. Y los únicos que me llaman así son Jeannette Clariond y Luis Aguiar. 

Todavía recuerdo la cara de sorpresa del alcalde de Esmeraldas, en la costa ecuatoriana, cuando me entregó el diploma por mi participación en el Festival de Poesía Paralelo Cero.

A todos los llamaba por su nombre. Conmigo se limitó a decir “Señor Cuéllar”. Lo peor ya había pasado. La moderadora me había presentado como “Margarita Cuéllar, de Chile”.

Como no me moví de mi asiento, alguien le hizo la observación y corrigió: “Perdón, Margarito Cuéllar, de Chile.” 

En Todo Latinoamérica y en el Caribe pasa lo mismo con el nombre porque en esta región los Margaritos no existen.

Las Margaritas sí, por eso en mis primeras incursiones a Bogotá me decían Margarito Rosa de Francisco, agregándome los apellidos de la actriz. 

¿Y EN CUBA?

En Cuba, debió ser 2006 en un festival en el que la estrella era Evtushenco, el letrero con mi nombre en la mesa decía Margarita.

Yo participé como si nada, ya qué. Sólo hice la aclaración que mi hermana no había asistido y que yo iba en su representación. 

Tengo varios diplomas en femenino. Y Hugo, dueño de Café Cinema en Bogotá, cuando en el verano de 1999 di mi primera lectura allá, dijo que con ese nombre el recital sería un éxito y mandó hacer unos carteles como los que promocionaban a los toreros de antes.

ASÍ DÉJALO, AYAX ESTÁ BIEN

El éxito, reducido a números, se limitó a cinco personas. 

El nombre es lo de menos. Cuando Ayax llegó molesto del colegio porque le decían Ajax, como el jabón, o como el equipo de futbol de Holanda, le dije que si le parecía le cambiábamos el nombre a Margarito.

Se me quedó viendo con tristeza y de inmediato dijo: “Déjalo así, Ayax está bien”. 

Abril me gusta. Por Aries y porque todo empieza a despuntar.

Además no soy el único que nació en este mes. Por estos días se festejan amigos como Silvia Tomasa Rivera, Ricardo Yáñez, Ofelia Pérez, Jorge Rodríguez, Ana Fabiola Medina, María Belmonte, Minerva Margarita Villarreal (que en paz descanse). 

La opción del calendario no era muy alentadora: Epifanio. Me suena más familiar Mago que Pifas.  

Pronto aprendí a sacarle provecho al nombre. En Los riesgos del placer (Castillo, 2002 y Caza de Libros, 2016) mi único libro de cuentos, hay un Margarito González. él sabe, por los papás de sus papás, cómo somos los Margaritos. Margarito González mató a uno de los Sandoval en la feria de San Luis nada más porque no le gustó su manera de andar.  

DOS FANTOCHES SON MUCHOS EN UNA FERIA...

...-dijo- y le dejó ir un plomazo en mitad de la frente. Así era el abuelo. 

Margarito González hijo se batió a duelo con un hijo del presidente de Ciudad del Maíz, un tal librado Trejo. Margarito González, que soy yo, no me voy a quedar con la espina clavada. 

Margarito, se llama el enano de mi novela en modo punto final, que justo se llama El enano y yo. 

Cuando pienso en mi nombre me acuerdo de unos versos de Celedonio Junco de la Vega:

“Dos cosas para tortura/ me salieron del demonio/ tener tan corta estatura/ y llamarme Celedonio.”
Margarito Cuéllar

Ganador de galardones de poesía en México, Ecuador, Francia, España y China. El más reciente fue la edición 2020 del Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez en Huelva, España. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte en el área de letras.  Maestro en Artes por la UANL. Ha publicado crónicas, entrevistas y artículos para medios locales y nacionales. Autor de una veintena de libros de poesía. Maestro universitario, promotor cultural y editor. Autor del libro de cuentos Los riesgos del placer y compilador de la obra José Alvarado (Cal y Arena/ UANL, 2018).