Los retos de las mujeres

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El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se ha convertido en un referente obligado para entender las nuevas dinámicas sociales, los retos que aún enfrentamos como sociedad, y los pendientes que aún tenemos para alcanzar un modelo justo, equitativo e igualitario de relación con las mujeres.

Una de las expresiones que más lastiman a esta fecha, es la que tiene que ver con la felicitación a la mujer, como si la fecha representara una celebración o festejo, de hecho los distintos colectivos feministas han coincidido en que felicitar a una mujer el 8 de marzo, es más una representación de la incomprensión de lo que el movimiento feminista y la lucha por la igualdad significan para las mujeres.

En nuestro país, si bien se ha avanzado en lo que al diseño de acciones afirmativas se refiere, principalmente en el ámbito de la representación política, todavía se presentan numerosos e importantes rezagos en la igualdad económica, laboral y de acceso a la justicia.

Las mujeres en nuestro país enfrentan un severo problema de desigualdad y acceso a oportunidades para su pleno desarrollo, esta situación se ha agravado en los últimos tres años.

El actual gobierno federal se ha dedicado a desmontar políticas públicas y programas de apoyo a las mujeres, la actual administración cerró el programa de estancias infantiles y, recientemente, el programa de escuelas de tiempo completo, donde se brindaba cuidado, educación y alimento a infantes.

Programas que brindaban a las mujeres oportunidades para su desarrollo personal y la independencia económica.

En nuestro país, cuatro de cada diez mujeres en edad productiva cuentan con un empleo, una de las menores proporciones incluso entre los países de América Latina, eso sin comparar con Europa o Estados Unidos, donde dicha cifra rebasa 60%.

La contingencia sanitaria representó un retroceso para la igualdad y justicia de las mujeres, ellas fueron las principales afectadas por la pérdida de empleo.

El resguardo asimismo, representó una amenaza para su integridad física al elevar el número de casos de violencia doméstica.

Esta situación no ha podido ser corregida, por un lado la recuperación del empleo sólo se ha dado gracias a la informalidad, lo que supone una pauperización del talento y el aporte económico de la mujer, así como la pérdida de seguridad social que ello supone, principalmente el cuidado de la salud.

Por otro lado, el 2021 fue el año más violento para las mujeres del que se tenga registro.

Casi 11 mujeres eran asesinadas diario por el sólo hecho de ser mujeres, a lo cual hay que destacar que las instancias administrativas y judiciales destinadas a brindar protección y apoyo a las mujeres, han visto reducido el monto de los recursos para el cumplimiento de su función.

Es necesario señalar que la administración federal canceló el apoyo a organizaciones sociales de mujeres, lo mismo a colectivos que brindaban apoyo a mujeres que enfrentaban el cáncer, y a grupos de mujeres que buscan a sus familiares desaparecidos por la violencia que vive nuestro país.

El panorama no es nada positivo para las manifestaciones sociales, las distintas expresiones y llamados a lograr modelos de convivencia justos e igualitarios, se encuentran acotados cuando no son inexistentes.

Se vive una incertidumbre cuando toca reflexionar sobre las acciones que es necesario desarrollar para brindar entornos individuales, familiares, escolares, laborales, económicos y de esparcimiento seguro para las mujeres.

Dichos entornos no son suficientes cuando dichas iniciativas sólo se comprenden como espacios de tolerancia, de permiso y de seguridad para que las mujeres puedan actuar libremente.

La tarea y el reto es mayor, se necesita terminar con estereotipos sociales que denigran a la mujer, se necesita modificar la conducta de los hombres que cosifican y agreden física y sexualmente a las mujeres.

Resulta un agravio felicitar a las mujeres el 8 de marzo.

Me parece pertinente que en esta misma fecha, además de reflexionar e interiorizar sobre los contextos violentos y desiguales que enfrentan las mujeres, reconocer que no importando los límites, obstáculos y agresiones que día a día en todas y cada una de las esferas de la vida, hay millones de mujeres valientes y decididas que cumplen con sus objetivos, se sobreponen a la violencia y cumplen con sus metas y objetivos.

Ojalá pronto podamos aspirar a modelos de convivencia seguros, espacios de igualdad y oportunidad en donde se reconozca por igual el éxito de una mujer que el de un hombre, donde las recompensas sean las mismas y el cuidado y las labores domésticas sean compartidas por igual, donde el ejercicio de su libertad no sea acusado y estigmatizado.

Existe mucho por discutir y avanzar.

El 8 de marzo no es una fecha para celebrar, es una fecha para reflexionar, donde el reconocimiento debe caber, donde se debe aplaudir que no importando los riesgos que supone la afirmación de su voluntad, las mujeres buscan la realización plena.

Todo marzo es su mes.
Alberto Martínez Romero

Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM. Tiene un MBA por la Universidad Tec Milenio y cuenta con dos especialidades, en Mercadotecnia y en periodismo de investigación por el Tec de Monterrey. Tiene diversas diplomaturas en Habilidades Gerenciales por la Universidad Iberoamericana y se ha especializado en Relaciones Públicas y Atención de Crisis en Comunicación. Ha sido reportero y editor en medios como Reforma y El Universal. Fue corresponsal en Centroamérica para Reforma y Notimex. Colaboró en la realización del libro “La Huelga del Fin del Mundo”, de Hortensia Moreno y Carlos Amador, primer libro que se escribió sobre la huelga estudiantil de 10 meses en la UNAM en 1999.

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