Si para algo no hay límites en esta vida, es para la p3nd3j3z
A la entrada del “pueblo” -así le dicen sus propios habitantes, sin sentirse agraviados por tal denominación de origen- en una barda con fondo blanco decía en letras azules: “Qué rico, ya huele a PAN”.
Les platico que fue tan rápida la vista porque íbamos entrando por carretera -otra vez- al “pueblo”, que ni chance tuve de tomarle una foto.
Lo lamenté, porque además de sabores y olores, colecciono absurdos, con los que -por cierto- cada día me topo más en esta alucinante vida que el destino me recetó.
En la primera mesa a la que nos sentamos a comer, comenté el incidente con un cultísimo mesero a quien el bicho lo pilló en Chapala turisteando en abril del año pasado y ya no se pudo regresar a Viena, de donde es originario.
Se acomodó en cualquier lado, como lo hacemos todos los que tenemos la denominación de origen “perro café” y no sólo casa encontró para vivir, sino hasta una novia del lugar con la que vive bien contento.
Así, de damnificado por la pandemia, se volvió beneficiado, pues dice que le encanta su nueva vida.
Bueno, pues después de este preámbulo les platico que cuando le conté del letrero de marras con el que comencé esta historia, me dijo que había otro más absurdo que ese de la entrada que no pude fotografiar.
“Cuando lo veas, no será necesario que vuelvas para intentar tomar el primero. Este que te digo es un monumento al absurdo, por lo que dice y por donde lo pusieron”, me dijo.
El muy... vienés no me quiso decir lo que decía el mentado letrero, para aguijonear mi curiosidad; solo me dio el santo y seña de cómo llegar al sitio.
Y fui. Y lo vi. Y platiqué con los moradores de la vivienda donde fue pintado y comprobé una vez más que si para algo no hay límites en esta vida, es para la p3nd3j3z.
Después de caminar muy muy cuesta arriba desde la calle principal de Chapala por una especie de callejón en cuya anchura muy apenas cabe un carro, llegué hasta las puertas de una casita bien fregada.
Bien fregada, sí, pero con su cableado de luz y la infaltable antenita de un servicio de cable por donde los bisnietos de Slim y del Tigre Azcárraga descargan sus servicios de tv abierta y de paga para distraer a millones de sus pobrezas, y no sólo a las económicas me refiero.
Apenas me acerqué para tocar la puerta, los ladridos de como dos o tres perros -mínimo- hicieron las veces de timbre y a los pocos segundos un grito de “¿quién?” les dio a sus moradores mi nombre como respuesta.
Pedro García me explicó - cuando le pregunté- que unos fulanos de gorra azul le ofrecieron pintar su casita a cambio de que les diera permiso de “dibujar” -esa fue la palabra que usó el inquilino- el logo de ese partido político.
Y los dejó. Y le “pintarrajearon” -así volvió a decir- su casa y como pilón le dieron una despensa, después de invitarlo a que en las elecciones de junio de este año, votara por los candidatos del PAN y del Verde.
“Es que el alcalde de Chapala es del Movimiento Ciudadano y dicen que se va a reelegir”, me explicó Pedro.
Usando como acento del “Alégrate” una palomita en color verde sobre letras azules, al igual que parte de esa palabra (es que el PAN y el Verde ecologista van a ir en coalición contra el MC), de fondo, el muy orondo logo de los panistas.
Es la única parte de la pintarrajeada que se mantiene visible, porque al resto de la pintura con la que cubrieron la fachada, ya se lo llevaron las lluvias y el fuerte viento que sopla ahí proveniente del inmenso Lago de Chapala.
Pregunto yo: ¿De qué se van a alegrar quienes viven en esa humildísima casa?
¿De la pobreza en que viven?, de que hay días que se la pasan sin comer?, o de “¿qué rico, ya huele a PAN?” en las próximas elecciones municipales de Chapala.
Ese es el “ingenio” p3nd3jo de la política mexicana.
Pedro me invitó a pasar y hasta un taco me eché con él, con su chispeante esposa y sus dos hijos chiquitos.
Y al despedirme de ellos, ya estando en la puerta me dijo: “cuando quiera volver, aquí tiene su pobre casa”.
Y entonces le respondí: "oiga, así dicen los de Querétaro”.
A lo cual me respondió: “es que somos de allá y nos venimos para acá para que nos vaya mejor...”
CAJÓN DE SASTRE
“Acabas de hacer que se me salgan las lágrimas y no sé si es de tristeza, de rabia o de las dos cosas”, me dice la irreverente de mi Kalifa.
Yo creo que de las dos cosas...