Tokio 2020 en 2021 y los caprichos de los políticos

El pasado domingo concluyó una edición más del evento deportivo más importante a nivel global, la olimpiada de Tokio 2020, la cual se realizó en 2021, derivado de la contingencia sanitaria.

El evento que prometía ser un despliegue de tecnología y de armonía se vio opacado por la emergencia sanitaria.

En primer lugar, el evento se desarrolló un año más tarde de lo programado, finalmente un año después el evento el cual no contó con el apoyo de la sociedad japonesa por miedo al contagio ante la variante Delta del Sars-Cov2,  generó que la celebración de los juegos se realizará en medio de fuertes restricciones sanitarias, lo que limitó el contacto entre atletas, así como la ausencia de público asistente en los distintos estadios y escenarios olímpicos.

Como cada ciclo olímpico, el desempeño de México resulta limitado y muchas veces por debajo de las expectativas.

Semanas antes de la celebración, Ana Guevara, la mejor atleta de pista de nuestro país en la historia y que durante la actual administración funge como titular de la Comisión Nacional de la Cultura Física y Deporte (CONADE), declaró que México podía obtener hasta 10 medallas olímpicas en la recién concluida justa deportiva.

Sin embargo, México obtuvo cuatro medallas de bronce, tres de ellas en equipo y sólo una individual, en la disciplina de halterofilia en la división de los 76 kilogramos, lograda por la deportista Aremi Fuentes.

Cabe señalar que la creación de carreras deportivas exitosas es resultado de años trabajo, disciplina y apoyo económicos.

Es cierto que la autoridad deportiva mexicana se ha visto envuelta en escándalos de corrupción y de ineptitud en la gestión de apoyos a las federaciones deportivas de cada disciplina, también es cierto que recientemente se dio por terminada la existencia del fideicomiso que premiaba de forma vitalicia a las y los deportistas de nuestro país.

Durante los últimos años, el presupuesto para la cultura física y deporte se ha reducido de forma nominal más de 50%, ello considera menos eventos y la posibilidad de menores apoyos para que talento deportivo se pueda dedicar a la práctica del deporte.

Somos un país con más de 130 millones de habitantes, una población mayoritariamente joven aún, aunque la pirámide poblacional haya empezado a invertirse hace un par de años. Desarrollar talento deportivo supone detectarlo, para ello es necesario masificarlo y estimularlo: como ejemplo de lo anterior, en las últimas décadas el Tae Kwon Do, disciplina que debutó en el año 2000 como competencia olímpica oficial, durante la pasada olimpiada justa fue la primera vez que México no obtuvo medalla... Dicho deporte ha padecido su éxito.

Envidias, mal manejo del dinero y favoritismo son las notas que este deporte ofrece antes que resultados. 

La ausencia de una dirección moderna capaz de modificar las metodologías de entrenamiento y una vocación para apoyar el talento deportivo han amenazado y terminado con disciplinas antes muy exitosas como la marcha o el boxeo.

Como cada cuatro años, México se lamenta de los pocos resultados obtenidos; justamente en esta olimpiada, se obtuvieron siete cuartas posiciones, lo que refleja que talento hay, lo que no está claro es la decisión para apoyar a estos atletas, darles continuidad, mejorar su entrenamiento y promover su asistencia a competencias internacionales.

Como cada cuatro años, una vez pasado el furor olímpico, al parecer volveremos a evadir dar seguimiento a este modelo de desarrollo deportivo, esperando que en cuatro años se obtengan mejores resultados bajo un modelo de austeridad que limita cada vez más el desarrollo deportivo a menos claro, que sea el beisbol y el objeto sea destacar en las grandes ligas.

Alberto Martínez Romero

Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM. Tiene un MBA por la Universidad Tec Milenio y cuenta con dos especialidades, en Mercadotecnia y en periodismo de investigación por el Tec de Monterrey. Tiene diversas diplomaturas en Habilidades Gerenciales por la Universidad Iberoamericana y se ha especializado en Relaciones Públicas y Atención de Crisis en Comunicación. Ha sido reportero y editor en medios como Reforma y El Universal. Fue corresponsal en Centroamérica para Reforma y Notimex. Colaboró en la realización del libro “La Huelga del Fin del Mundo”, de Hortensia Moreno y Carlos Amador, primer libro que se escribió sobre la huelga estudiantil de 10 meses en la UNAM en 1999.