Tormenta en Chihuahua
Antier fue un día que sacudió al país, a millones de creyentes y no creyentes el despiadado asesinato de dos sacerdotes jesuitas, en Cerocahui, Chihuahua.
El padre Javier Campos Morales y el padre Joaquín Cesar Mora Salazar fueron asesinados junto a un guía turístico que buscaba refugiarse en su templo.
El terrible crimen dio la vuelta al mundo, causando indignación como quizá no lo han hecho en mucho tiempo otros acontecimientos similares.
La sociedad se indignó; la Iglesia, organismos internacionales, asociaciones civiles condenaron públicamente esta tragedia, exigiendo pronta investigación y seguridad para todos los sacerdotes del país.
El Papa Francisco lamentó la cantidad de asesinatos que se registran en México y dijo estar cerca de nosotros en afecto y oración.
Para intentar comprender como llegamos hasta aquí, vale la pena echar un vistazo a la historia reciente de nuestro país.
Remontarnos al 24 de mayo de1993, fecha del asesinato del Cardenal Juan José Posadas Ocampo en el aeropuerto de Guadalajara.
Quienes hacemos periodismo desde aquellos años, sabemos muy bien que los desalmados sucesos de ayer en Chihuahua no fueron hechos aislados. Lo que estamos viviendo y padeciendo en México es producto de toda una descomposición social que data de décadas atrás.
Es causa de una complicidad entre altos funcionarios de gobierno con el crimen organizado.
Una y otra vez, artículos, reportajes, series, películas, libros y demás lo han denunciado sin que nada mejore. Se puede decir que la violencia crece y no da tregua.
Hay que recordar que el día del asesinato del Cardenal de Guadalajara fue parteaguas en el tema de seguridad nacional: y es que sí no se esclarecían las causas, y se perseguía y procesaba a los culpables materiales e intelectuales, México viviría en vilo, perdería la paz.
En artículo publicado en “Nuevo Criterio” en julio del 2000, el escritor y analista político y religioso, José Alberto Villasana hizo un recuento de la investigación y advirtió: “Si el asesinato del Cardenal JJPO resulta ser la manifestación de alto grado de corrupción gubernamental, a la que el Cardenal pretendió hacer frente, incluso intuyendo que ello implicaba un riesgo para su vida, habría que pensar qué daño tan grande vislumbraba para nuestro país (…) apunta hacia una guerra soterrada y violenta entre los diferentes cárteles, trasladada al interior del Estado”.
Desde entonces la violencia en México se ha recrudecido.
Hagamos las cuentas:
De acuerdo con el documental Tragedia y Crisol del sacerdocio en México que se dio a conocer en el 2021, amenazas, extorsiones, asesinatos y desapariciones son los crímenes que a lo largo de 28 años y más intensamente en la última década sufren sacerdotes, religiosos, seminaristas y agentes de evangelización.
En los últimos 5 sexenios, la Iglesia Católica ha registrado 70 atentados en contra de sacerdotes y religiosos.
Lo anterior sin sumar los recientes asesinatos de los dos sacerdotes jesuitas y en mayo pasado del sacerdote, José Guadalupe Rivas, en Tecate, Baja California.
Esto convierte a México en el lugar más peligroso de América Latina para ejercer esta profesión y vocación. Lo dice el documental y demuestran los hechos.
El sexenio de Felipe Calderón fue uno de los más agresivos para la Iglesia Católica al perpetrarse 25 homicidios: 17 sacerdotes, 3 religiosos, 4 laicos y una periodista católica.
El documental detalla además que los asesinatos a sacerdotes y religiosos en el sexenio de EPN “alcanzó nuevos e históricos eventos de violencia”.
Fueron privados de la vida 24 sacerdotes, 6 laicos, 2 secuestros frustrados y 2 sacerdotes desaparecidos, además de los atentados cometidos contra la sede de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), y el primer hecho de sangre registrado en la Catedral Metropolitana que acabó con la vida de un sacerdote al término de la misa.
Coincidimos con el documental en que sin duda, una de las hipótesis de estos asesinatos contra clérigos católicos radica en el hecho de que se trata de personas que defienden la injusticia, los derechos humanos; y su mensaje y liderazgo social confronta a esas organizaciones criminales, sobre todo en zonas y comunidades de mayor índice de violencia, como es por ejemplo, la zona de la Tarahumara en Chihuahua.
Hoy en la mañanera, el Presidente AMLO se comprometió a coadyuvar en las investigaciones, a reforzar la seguridad en todas esas regiones, a no dejar este crimen impune.
Ojalá lo cumpla, y de pasada se continúen las investigaciones para dar con los asesinos o autores materiales de crímenes de otros sacerdotes incluyendo a los del Cardenal Posadas.
Pero ojalá también el crimen de estos sacerdotes ejemplares cuyo amor al prójimo hizo tanto bien en las comunidades más pobres del estado de Chihuahua no sea en vano, y nos despierte y sacuda a todo México.
Nos haga al fin luchar por aquello que el Cardenal Juan José Posadas intentó frenar hace ya casi 30 años y le costó la vida:
Un México sin corrupción gubernamental, un México sin violencia, fiel a sus principios de nobleza, de justicia, de solidaridad.
Dice un refrán que no todas las tormentas llegan para perturbarnos la vida… algunas llegan para impulsarnos a limpiar el camino.