Antiintelectualismo, impedimento hacia el futuro

Carlos Chavarría DETONA: Si pensábamos que no hay substituto para el conocimiento y la experiencia, la realidad política actual del mundo ha echado por tierra todo lo que hemos atestiguado al menos desde el Siglo XVIII cuando nace el liberalismo clásico, base sobre la que se actualizaron todas las teorías sobre el poder y el gobierno, guiadas en lo fundamental por Descartes.

La democracia representativa como la conocemos, parte de la premisa de que siempre seremos capaces de escoger a los “mejores seres humanos” para que lleven adelante las agendas que atañen a los asuntos de bien común.

Por razones diversas se ha instalado lla narrativa que propugna por la formación de  equipos de trabajo en el sector público que sean afines a las líneas políticas de los “electos” sin considerar su capacidad para sacar adelante los problemas.

No es un tema de un solo país, región o comunidad particular, como tampoco es privativo de un sector funcional en especial, sea salud, educación, movilidad, etc.

La degradación está a la vista y coherente con esa narrativa se buscan causas fuera de las habilidades, conocimientos y experiencias que demanda la solución de los problemas.

Isaac Asimov acuño un pensamiento sobre uno de los defectos de las democracias modernas, el antiintelectualismo  (culto a la ignorancia) y que reside en suponer que la ignorancia de los “electos” por mas popularidad que tengan, vale lo mismo que los conocimientos de los expertos en cada tema en cuestion. Veamos un problema que en este momento es motivo de atención para todas las sociedades debido a que trasciende fronteras.

En dias recientes, Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, reconocido por sus aportes sobre la asimetría de la información, explico de manera muy clara lo que ya antes habia descrito en su libro “El Precio de la Desiguladad”, y que al parecer nadie quiere reconocer en los EEUU,  sobre los problemas alrededor de la imposición de aranceles en general.

Stiglitz puntualiza que no existe substrato de conocimientos sobre economía, en la cadena de eventos que estan arrastrando al mundo sobre las nuevas politicas proteccionistas en relación con el comercio mundial.

https://www.youtube.com/watch?v=vAwBDzGxpi8

El antiintelectualismo se manifiesta como  hostilidad y desconfianza hacia los intelectuales, el intelecto y la búsqueda del conocimiento abstracto.

No se trata simplemente de preferir la acción a la contemplación, sino de devaluar la inteligencia, la educación formal y el pensamiento crítico como herramientas útiles o incluso valiosas para la sociedad.

¿Por qué surge esta actitud?:
  1. El miedo a lo desconocido o complejo: Las ideas abstractas y el análisis profundo pueden parecer amenazantes o incomprensibles para algunos, generando rechazo.
  2. La exaltación de la "gente común" y la experiencia práctica: Se tiende a idealizar el conocimiento empírico y la sabiduría popular, a veces en detrimento del saber académico o especializado.
  3. El igualitarismo malentendido: La noción de que todas las opiniones son igualmente válidas puede llevar a descartar la autoridad del conocimiento experto.
  4. Intereses políticos o ideológicos: En ocasiones, el antiintelectualismo es fomentado por ciertos grupos para desacreditar ideas que desafían su poder o visión del mundo.
¿Cuáles son las consecuencias del antiintelectualismo?

Puede llevar a la toma de decisiones basadas en la ignorancia o la emoción, al rechazo de soluciones basadas en la evidencia, y a la erosión del debate público informado.

Una sociedad que desconfía del conocimiento corre el riesgo de estancarse y de ser más vulnerable a la manipulación.

 El antiintelectualismo parece estar cobrando fuerza y, lamentablemente, esta influyendo en la toma de decisiones gubernamentales en diversas partes del mundo, aún en las que se suponen como “avanzadas”.

El antiintelectualismo contemporáneo se manifiesta en la desvalorización de la experiencia y el conocimiento especializado en favor de la intuición simplista o la opinión popular.

Vemos un auge de la desconfianza hacia los expertos, los científicos y los académicos, a menudo presentados como elitistas o desconectados de la "realidad".

Una de las causas de este fenómeno podría ser la rápida difusión de información no verificada a través de las redes sociales, donde las fake news y las narrativas emocionales a menudo tienen más eco que el análisis riguroso.

Esto crea un caldo de cultivo donde la complejidad es evitada y la simplificación extrema se vuelve atractiva, especialmente para los discursos políticos que buscan movilizar emociones rápidamente.

Las consecuencias para los gobiernos son palpables.

Vemos políticas basadas en eslóganes pegadizos en lugar de evidencia sólida, decisiones que ignoran el consenso científico o académico, y una retórica que polariza al confrontar "la élite intelectual" con "el pueblo".

Esto puede llevar a la ineficacia de las políticas públicas, al deterioro de la calidad de la educación y la investigación, y a una sociedad menos equipada para enfrentar desafíos complejos como el cambio climático, la salud pública o la desigualdad económica. 

Goebbels, maestro de la manipulación y la propaganda, comprendió la necesidad de simplificar el mensaje y apelar a las emociones más básicas de las masas, en lugar de fomentar el pensamiento crítico o la comprensión compleja.

Su famoso "Principio de vulgarización" dictaba que toda propaganda debía ser popular y adaptada al nivel de comprensión del menos inteligente.

Cuanto más grande era la masa a convencer, menor debía ser el esfuerzo mental requerido.

Este enfoque se tradujo en una campaña sistemática de desprestigio hacia los intelectuales, las universidades y cualquier forma de conocimiento que no se ajustara a la ideología nazi. Se quemaron libros considerados "no alemanes", se persiguió a profesores y científicos cuyas ideas eran consideradas "judías" o "bolcheviques", y se promovió una visión del mundo basada en la sangre y el suelo, en la intuición visceral del Volk (pueblo) alemán, en contraposición al pensamiento abstracto y racional.

El régimen nazi presentó a los intelectuales como individuos pusilánimes, decadentes y peligrosos, aliados de las fuerzas "enemigas" que buscaban debilitar a Alemania.

Se exaltaba la figura del hombre de acción, del trabajador manual, del soldado, como los verdaderos pilares de la nación.

Esta retórica buscaba unificar a la población bajo una identidad común excluyente y desalentar cualquier forma de disidencia o cuestionamiento basado en la razón o la evidencia.

El antiintelectualismo nazi no fue solo una herramienta de propaganda, sino que se convirtió en una política de estado que tuvo consecuencias devastadoras para la cultura, la ciencia y, en última instancia, para la humanidad.

Al socavar el pensamiento crítico y la búsqueda de la verdad, el régimen allanó el camino para la aceptación de sus ideologías racistas y sus crímenes contra la humanidad.

Carlos Chavarría

Ingeniero químico e ingeniero industrial, co-autor del libro "Transporte Metropolitano de Monterrey, Análisis y Solución de un Viejo Problema", con maestría en Ingeniería Industrial y diplomado en Administración de Medios de Transporte.