Crónicas de Tijuana. El día que Dolores Aragón perdió todo, todo
Dolores Aragón llegó a la Central de Autobuses de Tijuana en compañía de su esposa María de los Ángeles de 43 años, de sus dos bebés gemelitos de 4 meses, de su hija Luisa de 8 años y Mariel de 10, consecutivamente.
Ellos arribaron a esta ciudad de Tijuana después de haber partido de Tehuacán, Puebla, con la ilusión y promesa de un sueño americano, un paraíso de dólares que le darían prosperidad y seguridad para su familia.
Dos semanas de viaje. En los últimos kilómetros empezó su calvario
Fueron asaltados por policías de Mazatlán –que con cinismo inaudito reconocieron ser corruptos riendo burlonamente- por agentes de Los Mochis y por miembros del narco, en Sonoita, de manera que les robaron el poco dinero que traían y sus escasas pertenencias.
Se salvó una pequeña maleta de rueditas, donde arrastraba unas cuantas herramientas de construcción y algún cambio de ropa de la familia.
De figura delgada, entre los 45 años, Dolores Aragón estaba desesperado por no tener dinero para comprarle leche a los bebés, ni para comer él mismo.
Ya era mediodía, con el sol a plomo, tomó a sus hijos y mujer.
Preguntaba a los maleterospor algún refugio para migrantes. Le informaron de uno en el centro de la ciudad. Caminó por las calles de Tijuana en búsqueda de la casa de asistencia.
Después de recorrer unos 7 kilómetros las niñas se quejaron de que les dolían los piecitos y al no encontrar asilo tomó una decisión fatal:
Le dijo a su esposa que se regresara con los niños a la Central de Autobuses, que él seguiría solo buscando donde asilarse y ya después regresaría por ellos.
La mujer emprendió el regreso arrastrando consigo a los bebés, las niñas y la maleta.
Dolores nos encontró en una esquina de la avenida Aguacaliente, cuando salíamos de una junta de trabajo.
Nos preguntó por un refugio que le habían informado que estaba por la Torre de Aguacaliente, no sabía que le faltaban otros 10 kilómetros de distancia.
Brevemente nos platicó su desgracia y nos ofrecimos a llevarlo en nuestro auto a la Central de Autobuses a recoger a su familia para llevarlos a la Casa del Migrante de la Colonia Postal.
Cuando llegamos no estaba la familia donde quedaron de encontrarse
Un guardia de la Central le dijo a Dolores Aragón que unas monjitas de la Orden de Calcuta se habían llevado a su esposa e hijos.
Fuimos al albergue cercano pero sin suerte, ya que no recibían mujeres allí, según nos dijo una religiosa.
Esperamos un par de horas y veíamos cómo la desesperación hacía presa de Dolores Aragón.
Tratamos de calmarlo, de señalarle que ya debían venir, le invitamos una torta; tenía día y medio sin comer.
Decidimos -antes del anochecer- ir en el auto a recorrer el camino en sentido contrario, con la esperanza de encontrarlos. No hubo resultado.
Buscamos una patrulla. La oficial Díaz, muy cortés, reportó la desaparición a la central policiaca con detalles de la vestimenta y la apariencia de los extraviados.
Regresamos a la Central de Autobuses, le sugerimos al destruido hombre que era mejor esperar allí, donde había dado la última instrucción a su mujer, el único vínculo de esperanza que quedaba.
Le dimos dinero, nuestros datos completos de localización y le pedimos con el corazón estrujado que nos llamara si encontraba a su familia y que nos buscara si no aparecían para seguir indagando.
Dolores Aragón se quedó allí sentado, con la cara entre las manos...
Un poema a la tragedia
El día que Dolores perdió todo, todo
- La poca comida convenció a Dolores de emigrar
- al Norte junto con los tordos.
- Echó al hombro a sus bebés de cuatro meses
- a sus hijas más pequeñas que sus temores
- a su mujer con nombre de Virgen y potestades:
- María de los Ángeles.
- subió al camión con más sueño que dinero
- y emprendió el peregrinaje casi en hinojos.
- Fue vejado, asaltado, casi muerto
- por las bestias con uniforme de policía.
- Acosado por los Zetas
- que le esculcaron todo el abecedario
- buscando las sobras en su mano ya vacía.
- Llegó a Tijuana
- el portal del paraíso
- la entrada del cuerno
- de la abundancia
- el final del arcoíris
- donde se estira el puño
- y se toman diamantes,
- sin nada en la boca
- con los dientes pelones
- sin leche para los niños
- con la vista derrumbada.
- Caminó por las calles de Tijuana
- buscando una ayuda, un refugio
- también prometido.
- el Sol cobró su peaje a la familia
- y se separó de la mujer
- de la Virgen María
- también de los Ángeles
- devolvió a los niños
- su herramienta.
- Los mandó de regreso a la entrada
- convertida en el umbral del infierno:
- la Central de Autobuses.
- Caminó sólo y cuando regresó
- con una mano caritativa
- también perdió a la mujer
- a los bebés, a las niñas.
- Dolores indescifrables
- Dolores indescriptibles
- cuando Dolores
- perdió todo
- todo lo que tenía...