De Halicarnaso a Tenochtitlan
Bodrum, Turquía.-
Visité el lugar donde se erigió el Mausoleo de Halicarnaso (hoy Bodrum, Turquía), una de las llamadas siete maravillas del mundo antiguo, del cual solo quedan unas cuantas piedras.
En honor del incestuoso Mausolo, rey de Caria, su esposa (y hermana) ordenó construir 350 años antes de Cristo un masivo sepulcro en Halicarnaso, rectángulo rematado en forma piramidal, con la ilusión de inmortalizar a su marido.
Las ruinas actuales son el lejano recuerdo del que fue un maravilloso edificio.
En cambio, el término mausoleo sobrevive en numerosas lenguas para denominar a un sepulcro magnífico y suntuoso de grandes personajes.
A veces, las palabras duran más que las piedras
El Mausoleo de Halicarnaso fue arrasado por el conquistador Alejandro Magno y siglos después terminó de vil cantera para reconstruir el Castillo de San Pedro por los cruzados, el cual también visité.
Esta historia de las piedras reutilizadas del Mausoleo de Halicarnaso es solo un ejemplo de la antigua práctica de los vencedores de reutilizar las construcciones de los vencidos para erigir nuevos templos de su propia religión.
Los romanos edificaron templos a Júpiter donde los griegos veneraban a Zeus y a Minerva donde estaba la diosa Palas Atenea.
A su vez, los cristianos erigieron la Basílica de los santos Cosme y Damián en el Foro Romano sobre los restos del templo de Rómulo.
En Roma, la basílica de Santa María sobre Minerva, tal como lo indica el nombre, fue levantada sobre el templo dedicado a la diosa Minerva.
Heredero de la misma tradición, el conquistador Hernán Cortés ordenó construir la Catedral de México en un costado del derribado Templo Mayor, dedicado a los dioses Huitzilopochtli y Tláloc, con cantera de la pirámide, cuya base escultórica se puede admirar en el museo.
Al mismo tiempo, aquí en Bodrum, cruzados españoles de la orden de San Juan, luego llamados caballeros de Malta, pelearon contra los otomanos y repararon los muros del castillo con material de las ruinas del Mausoleo.
Todavía se pueden ver nombres de los españoles grabados en los muros de piedra.
Más tarde, los otomanos echaron fuera a los cruzados y agregaron un minarete a la capilla cristiana del castillo de Bodrum para convertirla en mezquita, tal como hicieron con Santa Sofía en Constantinopla que felizmente conservaron por su extraordinaria arquitectura, modelo de basílicas.
Desde el milenario Halicarnaso a la antigua Tenochtitlan, desde el Levante hasta Mesoamérica, la guerra de las piedras ha sido la misma: son recicladas por los vencedores para honrar a sus dioses.
Es verdad, los viajes ilustran.