Dios Apolo y Jesucristo
Fue un derroche de creatividad artística, que rayó en el rechazo de las comunidades conservadoras de todo el mundo, al grado de causar una disculpa pública a nivel internacional, por parte del Comité Organizador francés.
El punto más álgido fue el montaje de la tradicional pasarela francesa, en la larga mesa de la última cena, que Da Vinci inmortalizó en su lienzo.
La conjugación simbólica del icono cristiano, con el woke francés, que significa demasiado rabiosos, entusiastas, agresivos, pleno de contenidos shockeantes, que buscaban la sinestesia de la búsqueda de lo estético, lo bello, en lo más repugnante.
Enseñanzas del gran Baudelaire y sus Fleurs du Mal, Flores del Mal, que le valieron el sobrenombre de poeta maldito y el repudio de la sociedad conservadora.
La Fiesta de los Dioses, de Jan van Bijlert, fue la inspiración original.
Fue pintada por Jan van Bijlert en 1635, celebra a los dioses grecolatinos en honor al matrimonio de Tetis y Peleo.
En la mesa de esta celebración divina preside el dios Apolo, acompañado por figuras mitológicas como Hércules, Neptuno y Eris.
La obra se encuentra actualmente en el Museo Magnin de Dijon.
Claro que esta fue inspirada en el lienzo de Da Vinci.
Tomás Jolly, el director artístico de la pasarela, fue quien se sintió Baudelaire, Dalí, Buñuel, Paul Éluard.
- Creyó que su desbordante creatividad sería comprendida y aplaudida en todo el orbe.
- Pensó que acudir al surrealismo y el simbolismo iba a darle frutos a su carrera.
- Que sacar el burlesque parisino y ponerlo en una mesa sagrada iba ser admirado por su agresividad histriónica.
- Echó mano de los apóstoles transexuales, trasvestis, drag queens franceses.
La cultura woke, que lleva a un activismo contra la discriminación y el rechazo por el movimiento LGBT, se usó como bandera.
La inclusión de una menor de edad, entre los personajes semidesnudos, fue un componente que fue utilizado de forma deliberada, como detonador del odio y apología a la pedofilia tolerada.
La “diosa” central que representaba a Apolo o Jesucristo, la gorda DJ Bárbara Buch, se declara queer.
No fue una casualidad que haya sido escogida para interpretar el papel de Neptuno o Jesucristo.
Su pasado de rechazar un género sexual, uno indeterminado, la colocaba como el personaje que Jolly buscaba para darle el simbolismo a su interpretación.
Obesa -la gula- displicente, ante un banquete presentado por dios Baco, un artista gay desnudo, que mostró los testículos sin impunidad.
La visibilidad LGTB buscó un lugar muy importante para hacerse sentir, sin embargo, no fueron acertados los medios para hacerlo.
Es comprensible que París ha sido la cuna de muchos movimientos progresistas, de la búsqueda de las libertades sexuales, del rompimiento de tabúes.
Pero la sociedad mundial, sobre todo la cristiana, todavía promueve valores como la decencia, la familia mononuclear, la protección de la inocencia infantil
Es una lástima que este incidente haya opacado el gran esfuerzo escénico de la ceremonia.
Un despliegue de tecnología y creatividad nunca vista.
Un recorrido por la historia y la cultura francesa de muchos siglos.