El Halcón: Sed de Venganza / México, 2024
El Halcón: Sed de Venganza es un intento de regresar a las pantallas las películas de lucha libre que, en la Era de Oro del cine mexicano, era el género que dominaba.
Este universo (sí, como los de Marvel y DC) muestra un México en el 2007 sin lucha libre y luchadores.
El mítico Halcón, luchador por la justicia, es ahora un taquero que trabaja la fonda con su hijo.
La razón es simple: un supervillano logra en 1976 erradicar a los luchadores enmascarados que dobletean como héroes del pueblo y acaba con el deporte per se.
El director Eduardo Valenzuela y el coguionista Juan Pablo Cháirez, trabajan una historia que sí, quiere emular las viejas películas de luchadores, en especial las del Santo que plasmaron por décadas los cines de México.
Aquí la mera verdad no estamos hablando de tramas similares a las realizaciones de Santo el Enmascarado de Plata, que luchaba contra todo tipo de enemigo, en especial lo sobrenatural, invasores, vampiros y zombis.
El Halcón quiere emular más a las películas de Huracán Ramírez de los 50s, pasando a los 70s que peleaba contra los mafiosos que querían controlar la lucha libre, contra pandillas de ladrones o ya en las últimas de la franquicia, terroristas.
Pero para uno que se entretuvo viendo en la TV estás obras clásicas que eran tan malas que eran buenas y que pude ver sentado en un cine a Santo Vs Capulina en la pantalla grande en 1969, El Halcón: Sed de Venganza es a penas un intento por capturar la esencia.
Uno sale de la película pensando si vio algo malo de verdad, o algo malo hecho a propósito.
Guillermo Quintanilla, interpretando al Halcón, se queda muy rezagado como el héroe responsable de todo lo que pasa en 1976, y ni Ianis Guerrero como el hijo que de repente quiere venganza por la muerte de su madre, logran un arranque definitivo de la historia.
Ahí meten con calzador a una policía (Ana Jimena Villanueva) que quiere pegarle a la mafia que mató a su padre también en los 70s, y hay destellos de ingenio en el guion… pero los viene matando eso mismo: un guion demasiado limitado por un presupuesto extremadamente bajo.
Ese limitante encierra la historia y a los personajes a soltar parlamentos, ser testigos de situaciones y luego reaccionan con frases como “por los clavos de Jesús”… para no entrar ni siquiera en acción.
Ligeramente decepcionante como termina y deja abierta la historia para tal vez en la imaginación de los realizadores, lograr armar una franquicia para revivir el género de luchadores.
Después de ver El Halcón: Sed de Venganza… no lo creo.