La oportunidad

Ante las crisis que podrían tener las relaciones bilaterales, Javier Treviño DETONA un conjunto de acciones que dan oportunidad de gestionar posibles enfrentamientos.

Las crisis en las relaciones bilaterales suelen considerarse peligrosas y desestabilizadoras, con el potencial de escalar hasta convertirse en un conflicto más amplio. Sin embargo, esos momentos también presentan oportunidades únicas para que los jefes de Estado demuestren su liderazgo.

Cuando se maneja con visión y determinación, una crisis bilateral puede convertirse en un catalizador para la unidad, la movilización nacional e incluso el progreso a largo plazo.

John F. Kennedy y la crisis de los misiles de Cuba

Uno de los ejemplos más emblemáticos de liderazgo durante un enfrentamiento bilateral es la gestión de la crisis de los misiles de Cuba por parte del presidente estadounidense John F. Kennedy en 1962.

El descubrimiento de misiles soviéticos en Cuba llevó al mundo al borde de una guerra nuclear.

Sin embargo, la capacidad de Kennedy para sortear esta crisis demostró un liderazgo extraordinario, evitando una catástrofe y uniendo a los Estados Unidos en un momento de profunda ansiedad.

Kennedy optó por una estrategia mesurada, combinando un bloqueo naval con una intensa diplomacia extraoficial.

Su capacidad para comunicarse eficazmente con el público estadounidense fue igualmente crucial.

En un discurso televisado, explicó la gravedad de la situación, instando a una acción tranquila pero resuelta: “el mayor peligro de todos sería no hacer nada”.

Su liderazgo no sólo resolvió la crisis inmediata, sino que también fortaleció la confianza y la unidad nacionales.

Este episodio subraya una lección clave: en las crisis bilaterales, la capacidad de un líder para articular una visión clara y participar en la diplomacia estratégica es esencial.

Como señaló el profesor de Harvard Graham Allison, “la moderación y la prudencia de Kennedy frente a una intensa presión establecieron un estándar para la gestión de crisis”.

Winston Churchill y la alianza con Estados Unidos

Otro ejemplo es el del liderazgo de Winston Churchill durante la Segunda Guerra Mundial y su capacidad para transformar las tensas relaciones angloamericanas en una de las alianzas más importantes del siglo XX.

Al estallar la guerra, el aislacionismo estadounidense planteó un desafío significativo para la supervivencia de Gran Bretaña.

Churchill reconoció la necesidad de fortalecer los lazos con los Estados Unidos y aprovechó hábilmente los valores compartidos y los intereses mutuos para construir una asociación duradera.

Sus discursos y correspondencia con el presidente Franklin D. Roosevelt reflejaron su talento para inspirar confianza y fomentar la colaboración.

Churchill afirmó célebremente: “sólo hay una cosa peor que luchar con aliados, y es luchar sin ellos”.

Esta diplomacia impulsada por la crisis no sólo fortaleció el esfuerzo bélico de Gran Bretaña, sino que también sentó las bases para la alianza transatlántica moderna.

El ejemplo de Churchill destaca el poder del liderazgo persuasivo para convertir los desafíos bilaterales en oportunidades de unidad y cooperación.

Papel de la visión y la unidad nacional

El liderazgo durante las crisis bilaterales requiere no sólo diplomacia estratégica, sino también la capacidad de unir a una nación en torno a un propósito común.

La capacidad de trascender las divisiones partidistas y unir a grupos diversos es un sello distintivo de un liderazgo extraordinario.

Aunque no fue una crisis internacional bilateral, la Guerra Civil de los Estados Unidos, ofrece ideas relevantes.

Frente a una nación dividida, Abraham Lincoln articuló una visión de unidad y propósito moral, afirmando: “una casa dividida contra sí misma no puede subsistir”.

Su liderazgo ayudó a transformar un momento de profundo peligro nacional en una oportunidad de renovación y progreso, redefiniendo en última instancia la identidad de los Estados Unidos.

De manera similar, los jefes de Estado que gestionan crisis bilaterales deben enmarcar estos desafíos de manera que inspiren solidaridad y acción colectiva.

Al enfatizar los valores y objetivos compartidos, los líderes pueden transformar el miedo y la incertidumbre en resolución y determinación.

Nexo entre crisis y oportunidad

Teóricos políticos e historiadores han analizado durante mucho tiempo el vínculo entre crisis y liderazgo.

El economista Albert O. Hirschman propuso la idea de que las crisis desencadenan la resolución creativa de problemas y la movilización de recursos.

En su libro “Exit, Voice, and Loyalty: Responses to Decline in Firms, Organizations, and States”, sostuvo que la adversidad puede impulsar a las personas y las instituciones a innovar y adaptarse de maneras que podrían no ocurrir en circunstancias normales.

El profesor de Harvard Joseph Nye también destacó la importancia del “poder blando” en la gestión de las crisis.

Sostuvo que los líderes eficaces no sólo utilizan la coerción, sino también la persuasión y la atracción para resolver los conflictos.

Este principio es particularmente relevante en las crisis bilaterales, donde es fundamental generar confianza y mantener relaciones a largo plazo.

Lecciones clave para los líderes modernos:

  1. Comunicación estratégica: los líderes deben articular una narrativa clara y convincente para unificar a su nación y tranquilizar a sus aliados. 
  2. Visión diplomática: la capacidad de un líder para fomentar la cooperación y encontrar puntos en común con los adversarios puede transformar las tensiones bilaterales en oportunidades de colaboración
  3. Unidad nacional: en tiempos de crisis, los líderes deben trascender las divisiones y fomentar un sentido de propósito compartido. 
  4. Resiliencia y adaptabilidad: las crisis exigen pensamiento innovador y flexibilidad. La adversidad puede catalizar el progreso y fortalecer las instituciones cuando los líderes están a la altura de las circunstancias.

El ex primer ministro británico Winston Churchill observó:

“A cada persona le llega en su vida un momento especial en el que, en sentido figurado, se le da una palmadita en el hombro y se le ofrece la oportunidad de hacer algo muy especial. Qué tragedia sería si se encontrara desprevenida o no calificada para lo que podría haber sido su mejor momento”.

Esta declaración resume la esencia del liderazgo en tiempos de crisis, destacando temas de preparación, responsabilidad y potencial de grandeza frente a la adversidad.

Las palabras de Churchill siguen siendo profundamente relevantes hoy en día y sirven como un faro para los líderes mexicanos.

Nos recuerdan que preparación, coraje y sentido de propósito son fundamentales para estar a la altura de los momentos que definen los destinos individuales y colectivos.

Naturaleza del “momento especial”

La referencia de Churchill al “momento especial” subraya la naturaleza impredecible e indeseable de las crisis.

Ya sea en la política, los negocios o la vida personal, esos momentos rara vez se eligen; las circunstancias externas los imponen a los individuos.

El liderazgo en esos momentos no consiste simplemente en resolver problemas; sino en encarnar la esperanza, la decisión y la claridad en medio de la incertidumbre.

Se trata de reconocer el peso del momento y dar un paso adelante, con un gran riesgo personal, para servir a una causa más grande que uno mismo.

Necesidad de preparación

Una de las lecciones clave de Churchill es la importancia de la preparación.

Los momentos de crisis no son oportunidades para buscar soluciones; son pruebas del carácter, el conocimiento y las habilidades perfeccionadas durante años de esfuerzo silencioso.

Churchill es un ejemplo de ello.

Sus años de estudio, sus obras y experiencia política, combinados con su profundo conocimiento de la historia y la estrategia, lo prepararon para liderar a Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial.

Lo dijo: “me sentí como si estuviera caminando con el destino y que toda mi vida pasada no había sido más que una preparación para esta hora y para esta prueba”.

Para los líderes contemporáneos, esto resalta la importancia del aprendizaje permanente, la autodisciplina y el cultivo de la resiliencia.

Es un llamado a estar alerta y ser proactivos, reconociendo que la grandeza no surge del momento en sí, sino de la disposición para aprovecharlo.

Valentía y responsabilidad

Las crisis exigen no sólo preparación, sino también una inmensa valentía.

El liderazgo de Churchill durante el Blitz, cuando Gran Bretaña enfrentó bombardeos implacables de la Alemania nazi, es un testimonio del poder de la firmeza frente al miedo.

Su icónico discurso “Lucharemos en las playas”, inspiró a una nación a soportar las dificultades con determinación.

Cuando los líderes demuestran temple y calma bajo presión, empoderan a los demás para que actúen con confianza.

Esto es especialmente cierto en momentos de adversidad compartida, donde la conducta de un líder puede significar la diferencia entre el caos y la unidad.

La cita de Churchill también sirve como advertencia: es una tragedia no estar preparado o no estar calificado para un momento crucial.

Esto habla de la idea más amplia de que el liderazgo no es simplemente una cuestión de ambición, sino de la capacidad de cumplir con las demandas de la responsabilidad cuando llegue el momento.

https://vimeo.com/1015118818
Javier Treviño Cantú

Javier Treviño es Vice Presidente de Walmart para México y Centroamérica. Fue Director General Ejecutivo del Consejo Coordinador Empresarial, CCE. Además es Fundador y Presidente de la consultoría Javier Treviño y Asociados. Es Licenciado en Relaciones Internacionales por El Colegio de México y Maestro en Políticas Públicas por la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard.