Los saldos de la contingencia sanitaria

Alberto Martínez DETONA: Después de la pandemia, estamos obligados a exigir que no regrese más la ineptitud del pasado burocrático.

La semana pasada, la Comisión Independiente de Investigación sobre la pandemia de Covid-19 en México emitió sus resultados.

La evaluación no puede ser menos trágica y dolorosa: De acuerdo a las cifras oficiales, en México se reportaron casi 810 mil muertes en exceso.

Recordemos que las muertes en exceso son el número de defunciones adicionales que no estaban consideradas conforme a las estadísticas de los últimos años.

El balance oficial indica que en México ocurrieron casi 335 mil muertes por Covid-19, poco menos de 5 veces más del escenario más catastrófico estimado por el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, quien estimó en el peor de los casos 60 mil muertes.

México se encuentra junto con Ecuador y Perú como las naciones que mayores defunciones tuvieron ocasionadas por la pandemia.

No obstante, al revisar y evaluar la actuación del gobierno mexicano, se puede observar que casi 295 mil muertes pudieron haberse evitado si la atención médica y la comunicación de medidas de cuidado hubieran sido mejor ejecutadas.

  • Durante el confinamiento se desestimó el uso del cubrebocas, el Presidente no creía en él.
  • Las vacunas llegaron tarde y la campaña de aplicación padeció en lo logístico.
  • En lugar de atender primeramente al personal médico, se instauró un procedimiento general que derivó en la muerte de 5,800 personas trabajadoras del sector salud, el número de decesos más alto a nivel mundial.

El impacto económico ocasionó una caída de casi 9% del PIB en el año 2020, y la esperanza de vida se redujo por primera vez en casi un siglo, al pasar de 75 años a 71 años; siendo la Ciudad de México la entidad más afectada al respecto.

En resumen, casi 7 mexicanos de cada mil fallecieron a causa de la pandemia.

La gestión de la emergencia sanitaria fue torpe, sometiéndose a criterios políticos, antes que a criterios científicos, se inhibió la asistencia oportuna a los centros de salud, los cuales enfrentaron la emergencia sin el personal suficiente y con un peor equipamiento.

Las evidencias existen, los testimonios ahí se encuentran; el dolor de familias rotas por este fenómeno dejó como resultado más de 215 mil infantes en orfandad por alguno de sus padres.

El saldo de la pandemia es terrible, más allá de las cifras y las discusiones entorno a la pertinencia o evidente ineptitud, no debemos dejar de lado que cada una de estas más de 800 mil víctimas son historias.

Estas familias padecieron la pérdida de al menos un integrante, una madre o padre se quedó sin su hija o hijo, un familiar ya no se encuentra con nosotros.

Antes que un simple dato, detrás de estas cifras hay historias...

Los terribles resultados deben generar alguna reacción, se debe responsabilizar al protagonista de este desastre: Hugo López Gatell, quien no puede ni debe salir impune de la sumisión y la falta de ética profesional que mostró durante las duras semanas del confinamiento político, su conducta debe ser evaluada y si lo merece, sancionada.

Las evidencias que muestran el estudio son evidencias no para juzgar a sujetos, sino para cuestionar todo un modelo de gestión que prefirió satisfacer órdenes políticas antes que atender criterios científicos.

La muerte de más de 800 mil mexicanos no puede ser una normalización de la incompetencia; somos corresponsables al no exigir una revisión y rendición de cuentas ejemplares. 

Este México no es el mismo desde hace muchos años, pero después de la pandemia, estamos obligados a exigir que no regrese más la ineptitud del pasado burocrático.

Alberto Martínez Romero

Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM. Tiene un MBA por la Universidad Tec Milenio y cuenta con dos especialidades, en Mercadotecnia y en periodismo de investigación por el Tec de Monterrey. Tiene diversas diplomaturas en Habilidades Gerenciales por la Universidad Iberoamericana y se ha especializado en Relaciones Públicas y Atención de Crisis en Comunicación. Ha sido reportero y editor en medios como Reforma y El Universal. Fue corresponsal en Centroamérica para Reforma y Notimex. Colaboró en la realización del libro “La Huelga del Fin del Mundo”, de Hortensia Moreno y Carlos Amador, primer libro que se escribió sobre la huelga estudiantil de 10 meses en la UNAM en 1999.