No fuimos Venezuela, no seremos Argentina
Por más que la oposición salive y sus líderes se exciten con el triunfo, en la primera vuelta electoral, de Javier Milei en Argentina; no hay comparación que empate con la realidad que vivimos en México.
El presidente López Obrador fue contundente cuando se le preguntó su percepción, de lo acontecido en el país pampero:
“En el caso de Argentina les ha afectado mucho la crisis económica. El gobierno de derecha, conservador, de Macri endeudó por completo al país con la complicidad del FMI. Esto precipitó una crisis económica que desde luego afectó al pueblo de Argentina y produjo inflación”.
Y aunque AMLO se mantuvo fiel a su compromiso de señalar las fallas de los gobiernos neoliberales del pasado me parece que fue demasiado benevolente al no mencionar que a diferencia de lo que pasa en nuestra República; Cristina y Alberto no pudieron ponerse de acuerdo y recuperar el terreno perdido por el anterior gobierno neoliberal.
La izquierda en Argentina no es la misma izquierda de AMLO.
Tenemos que ser muy claros, en la actualidad la polarización de las conveniencias dogmáticas en los sistemas ideológicos es tan opuesta como en ocasiones coincidente. O lo que es lo mismo, muchas veces los extremos son iguales.
Repito, en México tenemos una izquierda al modo de Andrés Manuel López Obrador y eso hasta el momento es lo que nos resguarda del precipicio al que se acercan los argentinos.
AMLO ha podido implementar la Cuarta Transformación en nuestro país porque hasta el momento no hay nadie dentro del movimiento de regeneración que desconozca públicamente su liderazgo.
Argentina ya traía sus problemas
La izquierda de Néstor y Cristina Kirchner no pudo integrarse a la izquierda de Alberto Fernández. No quisieron ponerse de acuerdo y ver primero por los pobres, por los menos favorecidos. Pasaron de apapachar a los privilegiados del neoliberalismo para sobreproteger a los privilegiados de la izquierda. Diferentes grupos, pero mismo proceder.
La mesa puesta para que un histrión de la talla de Javier Milei se siente al banquete que, por lo pronto, engulle sin saciedad. Los desesperados argentinos (y uno que otro ilusionado mexicano de derecha) aplauden su vulgaridad sin darse cuenta de que tienen la batalla perdida. No lo digo porque no le alcance para ser presidente en el país de La Plata, tiene muchas posibilidades de serlo.
¿Pero a qué costo?
De las primeras coléricas declaraciones de Milei, tras su triunfo en las casillas, destaca y se viraliza la más explosiva: “¡Zurdos hijos de puta tiemblen, la libertad avanza!”. La revancha no es buena consejera para reconstruir lo caído. Sócrates lo sabía: “Cuando el debate se pierde, el insulto se convierte en el arma del perdedor”.
Javier Milei puede convertirse en la perdición de Argentina. Mucha palabrería sin sentido rematada por burdas profanaciones. Terrible y lamentable manera de ganar votos, pero perder el espíritu.
Existió una vez un famoso y popular político, militar y dictador alemán que arengaba a los alemanes cada que se paraba frente a un atril. Durante nueve años les hizo creer que él tenía la razón hasta que ya no la tuvo.