Por lo pronto, buenos modales, Fredo y Karely Ruiz

Rodin DETONA: ¿De qué les sirve a estos influencers ganar $160,000 dólares mensuales si comen como bestias? Con perdón de las bestias.

Hace algunos años en mi paso por la Escuela de Inglés recuerdo haber convivido diariamente con mi amigo Godofredo. 

Al que por cierto le llamábamos Fredo porque le fastidiaba que le antepusieran “godo”. Ya que se relacionaba con estar gordo. Y eso lo sacaba de sus casillas.

Yo despistadamente  varias veces lo llamaba por su nombre de pila y casi me mentaba la madre diciéndome “te he dicho que no me llames asííí”.

Al tiempo que se le desorbitaban sus ojos y fruncía el ceño, lo cual me daba cierta pena, ya que parecía estar acomplejado.

Con Fredo realice diversos trabajos que nos asignaba nuestro alburero Maestro Rómulo quien además enseñaba  oratoria. 

Lo que un día me tocaba hacer la tarea y al otro día a él y así sucesivamente.

Para ello tratábamos de reunirnos en algún café o pequeño restaurant para tratar de consumir alimentos lo menos posible, ya que nuestros ingresos no provenían de jugar al golf, ser influencer o abrir un salón virtual de only fans.

Donde algunos señalan que en esas sorprendentes profesiones de la noche a la mañana se hacen millonarios.

Si no pregúntele a la sexi Karely Ruiz, quien algunos aseguran gana 160,000 mil dólares mensuales

La convivencia con mi amigo fue fructífera al grado de hacer buena dupla, incluso las tareas terminaban  con calificación de 100.

Sin embargo había algunos hábitos de Fredo que no me cuadraban y  disgustaban.

Ya que entre los defectos mortales que cargaba era  no ser una persona de buenos modales.

Ya que a mi compañero le gustaba hablar y juguetear con la boca llena de comida  por lo que  dejo a su imaginación los momentos que  tenía que sobrellevar.

Aquello, parecía un campo de tiro a mí alrededor parecido a la llegada del polvo del Sahara

Surcaban por los aires pequeñas balas de pepitas, balines de polvorones  remolidos, y filamentos de café expulsados de su pequeña y graciosa boca, en algunos episodios de convivencia me llegué a sentir como el personaje ficticio Máximo Décimo, en Gladiador quien al final muere y se queda sin su escudo para protegerse de las amenazas del malvado Cómodo.

Ya que el espacio donde trabajábamos (mesa) era reducido y había poca luz interior  parecido a los calabozos romanos. Pero todo inicio tiene un final, por lo que llego el día de despedirnos.

Estimado lector:

No le mentiría si le dijera que por una parte sentí  alivio al terminar nuestra sociedad, ya que el semestre  de la materia llego a su fin.

Y por cambio de domicilio de Fredo me confeso que ya no seguiría en esa sucursal, y se cambiaría a otra del lado sur de la ciudad. A lo cual le externe  la mejor de las suertes.

Hasta ahí llego mi aventura con el buen compañero de inglés.

No sin antes preguntarme a mí mismo, porque nunca le expresé mi desagrado por masticar de esa forma, pero como dijera Sigmund Freud:

Si entendiéramos completamente las razones del comportamiento de otras personas todo tendría sentido.

Por lo pronto: a la fecha desconozco si Godofredo al paso del  tiempo aprendió  a demostrar educación, y respeto hacia su persona y los demás.

Pues los buenos modales son esenciales en la vida de todos, ya que nos ayudan a comportarnos bien y nos ayudan a ganarnos el corazón de la gente. 

Ya que aplicar buenos modales son el primer paso del comportamiento de cada individuo, son una muestra de consideración hacia los demás y demuestran las buenas costumbres de cada persona. 

Nos leemos la siguiente semana.

Va el pésame de la semana por el lamentable deceso del destacado maestro y periodista José Luis Esquivel Hernández. QEPD el amigo y colega.
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Rodin

Editorialista desde hace 4 años. Escribe en regio.com. Monitor Político, Scriptamty, Diario Digital, La Talacha Noreste; además de ser editorialista de Radio 1190 am.