San Andrés Manuel
Todas las mañanas da nota. De lunes a diciembre.
Andrés Manuel maneja la agenda nacional a su antojo. Incluso al desvanecerse en una gira de trabajo.
El tabasqueño este fabricado con un modelo ya descontinuado. Recibe la atención de sus mal querientes. Lo colocan en el infierno cotidiano. Toman como discusiones personales cada alocución.
Nadie en el territorio, de Tijuana al Usumacinta, conocen los municipios. Los ha recorrido en vida. En plazas perdidas de ejidos calamitosos. A la sombra del árbol milenario. Sus predicas son normas de fe para su movimiento.
Ni Claudia, ni Marcelo, ni Adán, se aproximan a las horas de viaje del presidente. Para ellos les está preparado otro escenario.
Andrés Manuel se apoya en las estructuras de la milicia.
Trazó acuerdos confidenciales para mantener la paz social. A los empresarios nacionales y a quienes desean invertir capital desde el extranjero, deben someterse al complejo burocrático.
Las secretarias de estado continúan centralizadas. Nada ha cambiado para continuar funcionando. Lección de vida. Decir y desdecirse sin contradecir. Esa es la magia del histrión presidencial.
Nada escapa de la voluntad. Aún los comentarios de Palacio. Sus derrotas se maquillan con el cariño de la gente. Las estructuras de los criminales de cuello blanco y de los grupos del narcotráfico pagan su diezmo puntual.
Edulcoraran la simetría del país con forma de cuerno de la abundancia. Andrés se convertiría en mártir si deja de existir por razones de salud.
San Andrés Manuel, para más de la mayoría del territorio. Y sopórtenlo en su convalecencia. Son los minutos a cuadro de sus sucesores. Con dolor de la empanizada sociedad civil.