Aranceles, si o si

José Luis Elizondo Treviño DETONA: No importó que nuestro país haya enviado 10 mil soldados a la frontera. Tampoco importó el envío de 29 capos de la droga a celdas norteamericanas, muchos de ellos con amparos vigentes para evitar la extradición.

No importó que la presidenta Sheinbaum tratara con pinzas diplomáticas al presidente Trump, ni las reuniones de alto nivel que sostuvieron en diversas ocasiones los funcionarios mexicanos y norteamericanos.

El día 4 de marzo, Trump aplicó los aranceles, como lo había anunciado, del 25% a todos los productos nacionales que se exporten a Estados Unidos.

Este arancel ya afectó las bolsas de valores y, desde luego, la paridad peso-dólar, encareciendo el billete verde.

Lo que sigue es una espiral inflacionaria y un repunte de las tasas de interés, pero esto sucederá en ambas partes de la frontera.

Las dos economías sufrirán, sin duda; solo que la norteamericana es más sólida que la mexicana y se adaptará más rápido a las nuevas condiciones del mercado.

La respuesta de México debe ser similar: imponer aranceles a las importaciones de Estados Unidos en la misma proporción.

Pero, además, debería iniciar una política de acercamiento comercial con Canadá para sustituir, en la medida de lo posible, las mercancías estadounidenses y exportar hacia allá nuestros productos.

Si bien la economía de Canadá no es como la norteamericana, ambos países pueden sentar las bases de un eventual crecimiento en sus mercados, además de fortalecer los intercambios comerciales con Europa.

La imposición de aranceles va a generar incertidumbre para los inversionistas extranjeros, que podrían reconsiderar invertir en nuestro país en sectores importantes para la actividad económica, como la industria automotriz, la tecnología y la manufactura avanzada.

Ante las nuevas condiciones, podrían decidir trasladar sus operaciones a países con menores costos arancelarios.

Las micro, pequeñas y medianas empresas, que dependen de insumos importados, verán afectada su rentabilidad y su capacidad de competir, aunque en algunos casos los aranceles pueden incentivar el crecimiento de la industria nacional, al hacer más competitivo el producto local frente al importado.

El presidente norteamericano ha demostrado que, más que un negociador, es un tipo que busca a toda costa imponer su voluntad, independientemente de lo que ofrezcan sus contrapartes.

Con apenas unas cuantas semanas en el poder, Trump ha desestabilizado el mundo, teniendo a México como vecino y villano favorito, por el tema migratorio y el tráfico de drogas. Nos esperan cuatro años de incertidumbre total.

¿Tendrá la presidenta Sheinbaum el coraje, valor y paciencia para afrontar esta difícil etapa que nos espera?
José Luis Elizondo Treviño

Profesor y abogado con más de 30 años en el servicio público estatal y municipal. Articulista en diversos medios digitales.