De pasiones y emociones
A estas alturas de las campañas, ya casi todos tenemos a nuestro gallo para la presidencia.
Incluyendo los personajes de la pluma y el micrófono, quienes salvo excepciones no les es tan fácil esconder la cruz de su parroquia.
A mí de plano no me agradó el debate, pues no afloró en ningún candidato la emoción, no brotó espontáneamente la emotividad en ninguno de los tres.
Y es que la emotividad no es un sentimiento relacionado con el enojo, ¡qué va! Si no al sentido de pertenencia, a la fuerza del amor, a la pasión que nos llena de energía, de entusiasmo para vivir a todo pulmón.
¿O no les ha pasado alguna vez que el querer tanto a alguien o a algo los ha llevado, al verlo en riesgo, a salir en su defensa o protección desde el fondo del alma?
¡Ah! Y hablando del alma, me dio pavor no encontrar el alma en Claudia, su mirada vacía, su sonrisa sarcástica… si bien Xóchitl la describió a la perfección: “mujer de hielo sin corazón”, hubiera sido mejor guardarse los adjetivos para otra ocasión y utilizar cada minuto del debate para proponer, para desglosar uno a uno los problemas más graves del país y a la vez decirnos el “cómo” los resolverá.
Xóchitl tenía a la mano la respuesta más simple para responder a los ataques de Claudia y de Máynez: “Me tienen miedo, me tienen pavor porque vamos subiendo velozmente en las encuestas”, y punto, ¡no engancharse más!
Y continuar aprovechando los escasos minutos para hablar y hablar de propuestas y soluciones a los graves caprichos de AMLO (“abrazos y no balazos”, los nefastos libros de la SEP, etc.) y terribles arrebatos (desaparecer aeropuerto de primer mundo, fideicomisos, medicinas, guarderías, seguro popular, etc.) que tienen a México al borde del precipicio.
Tampoco fue bueno ver a Xóchitl hablando de temas que NO le preguntaban, como cuando exclamó: “¡Yo voté en contra de las “terapias de conversión!”, para responder a Máynez cuando este la cuestionaba sobre sus asistencias al Senado.
Los candidatos deben entender que somos millones de mexicanos, los que NO pensamos exactamente como ellos, y si les daremos el voto es más que nada porque se asemejan a lo que más deseamos, a lo que más anhelamos.
Por eso es importante que alguien le diga a Xóchitl que ir en contra de las llamadas “Terapias de conversión” es ir en contra de la LIBERTAD de ir al médico que a cada uno le plazca.
Y que miles de mexicanos estamos en contra de la agenda de género que en ocasiones menciona.
Volviendo al inicio, yo también tengo ya a mi gallo y es precisamente Xóchitl Gálvez, la candidata de la oposición.
Mi voto será para ella, no porque coincido con su pensamiento al cien por ciento, sino porque sé que con ella en la presidencia mi México, nuestro México seguirá viviendo en libertad.
Las empresas serán libres, los ciudadanos seremos libres y podremos expresarnos y actuar libremente, la propiedad privada será respetada así como la libertad religiosa.
En pocas palabras, nos alejaremos del modelo de país cubano o venezolano al que AMLO y su esbirro nos llevan a todo galope.
El caso es que no hay que olvidar que parte fundamental de la política es la pasión, la emoción que aflora por el sentido de pertenencia, por el amor que llevas dentro. Y que el odio y el enojo se cuecen aparte.
Estoy convencida de que Xóchitl lleva mucha fuerza, energía y amor en el morral de su vida.
Solo falta que lo proyecte sin miedo, que lo muestre sin pena, que hable más desde el corazón que desde lo escrito en un papel.
… Y hablando de emociones, vale la pena echarle un vistazo en redes al candidato a la alcaldía de San Pedro por el partido Vida, Javier Ernesto González Jiménez.