Ebrard, ¿todavía quieres ser presidente?
Les platico: Cuando Martha Bárcena anunció su jubilación al servicio diplomático mexicano, se le quitó a nuestro País la carta más acreditada de la diplomacia nacional.
El celo de Marcelo Ebrard estuvo detrás de tal hecho, tras la recomendación de la Embajadora Eminente -así la llamó López Obrador según el protocolo de la Cancillería- para que el gobierno mexicano no se tardara, como lo hizo, en reconocer el triunfo de Biden.
Antes hubo otro incidente. La visita de AMLO a Trump, poco antes de su caída. Ahí, Ebrard reclamó para sí el control de la agenda, haciendo a un lado a Martha, a quien también por protocolo le correspondía manejar ese tema.
Y el resultado hoy es historia: Trump utilizó al presidente mexicano en su campaña de reelección y éste último desairó la invitación que le hicieron para reunirse en Washington, representantes de mexicanos organizados en EEUU y los líderes del Partido Demócrata, sí, el del actual presidente "Amtrack Joe" Biden.
Total, un desastre de visita y como consecuencia, dos grandes errores:
1.-
Provocar la salida de Martha como embajadora de México en Estados Unidos y
2.-
Darle gusto a Ricardo Salinas Pliego, al nombrar como nuevo embajador a Esteban Moctezuma Barragán, quien desde su ungimiento el 16 de febrero pasado se volvió ojo de hormiga y si no, pregúntenme dónde anda.
EL METRO
La Línea 12 que se desplomó en un puente, provocando hasta ahora la muerte de 23 personas y daños que se calculan en ciento de millones de pesos, fue construida bajo el mandato de Ebrard como jefe del gobierno de la hoy CDMX.
No solo él supo de las fallas con que esa Línea fue construida por ICA (Quintana), Carso (Slim) y Alstom. Tambien las supieron Miguel Angel Mancera y Claudia Sheinbaum, puros morenistas hoy.
Esa obra costó $26,000 millones, 70% más de lo planeado y desde su inauguración el 30 de octubre de 2012 ha registrado 66 fallas.
El terremoto del 2017 puso al descubierto sus deficiencias estructurales y ni así fueron atendidas.
Debido a tanta bronca, Ebrard se refugió desde el mismo 2012 en la casa de su hermano en Francia, el que se dedica al comercio de vinos.
De allá fue traído con bombo y platillo por AMLO para que reforzara la última parte de su campaña y de ahí, a hacer grilla, a meterse en asuntos que no le competen por oficio al Secretario de Relaciones Exteriores, luego a Rusia, pero no al Gulag, donde debería de estar desde hace mucho tiempo, sino a negociar -según él- la compra de más vacunas con el nombre de la nave que llevó al espacio a la primera perra del mundo:
Sputnik, y la perra, por cierto, se llamó Laika.
CAJÓN DE SASTRE
"Entonces, hace muy bien Marcelo Ebrard al declarar que se pone en manos de las autoridades, porque es culpable", dice la irreverente de mi Gaby.