La posibilidad frustrada
Acusan del mismo síntoma y enfermedad.
En ambos lados de la frontera, entre Palestina e Israel, se vive en pleno siglo X.
En los asentamientos empobrecidos de la franja de Gaza, detrás de los muros reales de concreto, las palizas de sus medios hermanos.
Les expulsaron con engaños, con la tropa por delante. Reducidos a la infame y brutal salida al mar. Por tierra, antes del toque de queda obligatorio, las relaciones vejadas.
Palestina e Israel vagan entre el infierno de las actividades políticas y militares. Jamás la diplomacia ha logrado deponer las armas.
Entendemos la rabia en el patio propio. Hamas o Hesbolá usan la predica del pueblo elegido. Es idéntica a la de sus vecinos.
A Palestina la apoya el oriente musulmán, la de los jeques del petróleo. A Israel, Wall Street y sus socios de la avenida Pensilvania.
Época de necrosados.
Existen Palestinos ortodoxos, paganos, hippies, homosexuales, cristianos, budistas, sintoístas y hasta deprimidos. Idéntico a toda la tierra ocupada por los asentamientos de Israel.
Para los evangélicos, la irrupción militar, mueve inútilmente las manecillas del retorno del mesías redentor, nacido, si así hubiera sido en el siglo XXI, como Palestino.
La paz, en la mente de ambos lados en conflicto, solo será posible con el exterminio o el exilio del perdedor.
Isaac "Bugi" Herzog, presidente de la nación hebrea, debe serenar a su primer ministro Benjamín Netanyahu. Restablecer el orden social. Seguir la estrategia de la paz. Evitar por todos los conductos el extremismo real, de su gobierno agraviado por iluminados suicidas palestinos.